28 AÑOS DESDE AQUEL 23-F
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Alexander Vrooman
Georg Fischer
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Pedro Meabe
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- Georg Fischer
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Re: 28 AÑOS DESDE AQUEL 23-F
Mar 24 Feb 2009 - 23:32
juanmi llamazares escribió:Pues Carrillo dije que al PCE no le aviso nadie y Felipe Gonzalez dijo que al PSOE tampoco, que se quedaron sorprendidos cuando vieron nombres de gente de su partido en esa lista.
¿Y quien se extraña de esas declaraciones?
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Re: 28 AÑOS DESDE AQUEL 23-F
Jue 26 Feb 2009 - 23:52
Esto del recurso a un general blanco, liberal y de prestigio tampoco es a esas alturas, año 1980, un proyecto novedoso. Ya en 1974, en vida de Franco, Santiago Carrillo había intentado proponer al general Manuel Díez Alegría para que desempeñase un papel de «bisagra» entre el régimen y la oposición para hacer posible la transición política a la muerte del dictador. Varios generales liberales fueron después repetidamente tentados con esa idea, sobre todo durante los primeros meses de la Monarquía.Pero la última noticia pública que se tiene en la prensa de este juego teórico, del que los políticos nunca llegaron a calibrar los riesgos antes de que el 23 de febrero de 1981 surgiera con toda su fuerza el peligro del golpe, fue una declaración hecha por el andalucista Alejandro Rojas Marcos en el mes de agosto de 1980. Según las palabras de Rojas Marcos, recogidas por la revista Cambio-16, «el general de brigada del Ejército de Tierra Alvaro Lacalle Leloup sería el militar que el Partido Socialista Obrero Español estaría dispuesto a apoyar en sustitución del actual presidente del Gobierno, Adolfo Suárez». El vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra, se apresuraría inmediatamente después a desautorizar públicamente a su compañero con uno de sus ácidos comentarios: «Rojas Marcos debería de preocuparse más de la siega, de la siembra y de que la ley de fincas mejorables no le afecte a él».
El caso es que, con declaraciones imprudentes o sin ellas, de lo que los dirigentes políticos, líderes empresariales, banqueros y hasta obispos y nuncios vaticanos hablan en 1980 es de lo que Josep Tarradellas bautizó con el nombre de «golpe de timón», una medida capaz de reconducir la incierta situación política y económica española, azotada brutalmente, además, por los ataques terroristas. Y es exactamente eso, un golpe de timón, y no de Estado, lo que la clase política habría apoyado en el Congreso si la dimisión de Adolfo Suárez el 29 de enero de 1981 no se hubiera adelantado a los acontecimientos y dejado sin sentido la operación en curso. Marcos Vizcaya, portavoz entonces del grupo parlamentario del PNV, también ha pasado años explicando al estilo de la doctora Echave, es decir, sin cambiar una coma su versión, que él personalmente fue sondeado por el propio Alfonso Guerra y por Gregorio Peces-Barba sobre la posición que adoptaría su partido ante la posibilidad de que la grave situación del país exigiera un gobierno de concentración. «El momento más peliagudo», cuenta Marcos Vizcaya en El enigma del Elefante, de Prieto y Barbería, «se produjo cuando recabaron mi opinión sobre la idea de poner al frente de ese gobierno a un independiente prestigioso.Me preguntaron qué me parecería si ese personaje fuera un militar.Les dije que no veía clara la sustitución de un gobierno legítimo sin una convocatoria electoral [...] Yo no creía en el mirlo blanco del militar independiente».
El caso es que, con declaraciones imprudentes o sin ellas, de lo que los dirigentes políticos, líderes empresariales, banqueros y hasta obispos y nuncios vaticanos hablan en 1980 es de lo que Josep Tarradellas bautizó con el nombre de «golpe de timón», una medida capaz de reconducir la incierta situación política y económica española, azotada brutalmente, además, por los ataques terroristas. Y es exactamente eso, un golpe de timón, y no de Estado, lo que la clase política habría apoyado en el Congreso si la dimisión de Adolfo Suárez el 29 de enero de 1981 no se hubiera adelantado a los acontecimientos y dejado sin sentido la operación en curso. Marcos Vizcaya, portavoz entonces del grupo parlamentario del PNV, también ha pasado años explicando al estilo de la doctora Echave, es decir, sin cambiar una coma su versión, que él personalmente fue sondeado por el propio Alfonso Guerra y por Gregorio Peces-Barba sobre la posición que adoptaría su partido ante la posibilidad de que la grave situación del país exigiera un gobierno de concentración. «El momento más peliagudo», cuenta Marcos Vizcaya en El enigma del Elefante, de Prieto y Barbería, «se produjo cuando recabaron mi opinión sobre la idea de poner al frente de ese gobierno a un independiente prestigioso.Me preguntaron qué me parecería si ese personaje fuera un militar.Les dije que no veía clara la sustitución de un gobierno legítimo sin una convocatoria electoral [...] Yo no creía en el mirlo blanco del militar independiente».
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