- Gorka Labaza
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Pelayo Matamoros
Sáb 17 Ago 2013 - 10:25
Nació en Avilés en 1934, hijo de un tendero (La Oriental, los mejores precios) y una maestra. Al estallar la guerra, su familia tuvo que huir a Portugal, donde vivieron hasta el primer año de la Victoria, en que regresaron a Asturias. El joven Pelayo era un mal estudiante y no tenía ningún interés en perder el tiempo en la escuela; por eso, siempre que podía, se escapaba a los tugurios cercanos a la ría de Avilés y veía a los marineros jugar a las cartas y hablar de temas prohibidos a los jóvenes. Así aprendió al mismo tiempo "envido" y "ramera". Tras muchas visicitudes, acabó de mozo en el burdel de la Lola, cambiando las sábanas y toallas y echando a la calle a clientes borrachos.
En 1957 un abogado avilesino, Salvador Solís, apodado "el Zapatones" por el tamaño de su pie, lo apartó del mal camino y lo puso en contacto con Ángel Garralda, párroco de la Iglesia de San Francisco. De la mano de D. Ángel, Pelayo conoció los escritos de los grandes pensadores del siglo XX como Primo de Rivera o Sánchez Mazas. Pelayo descubrió así el valor de la política y la necesidad de avanzar en democracia. Aunque entendía perfectamente que Francisco Franco buscaba lo mejor para España, no le agradaba el tono paternalista con el que lo hacía. Desde entonces, Pelayo se propuso ayudar a la educación del pueblo para que éste pudiera tomar sus decisiones libremente; y empezó por él mismo. Despachó el bachillerato en dos años (a dos convocatorias por año). Se matriculó en Filosofía y Letras y, gracias a una recomendación de D. Ángel, compaginó los estudios con un puesto de corrector en el diario La Nueva España. En el 68, mientras otros arrancaban adoquines en París, Pelayo sacaba sus oposiciones y empezaba a dar clase de Literatura en el instituto de Pravia. Precisamente en Pravia se enamoró de la que acabaría siendo su esposa, Adosinda Caso. Pelayo vivió los cinco años más felices de su vida junto a Dosi, que le dio tres hijos: José Antonio, Benita y Adolfo. En el parto de este último, Adosinda acudió a reunirse con el Señor.
Durante la transición Pelayo militó en pequeños grupúsculos patriotas de acción callejera hasta que se decidió a ingresar en Democracia Nacional. Como militante de base, y ante la pasividad de la cúpula del partido, inició la elaboración de un programa de renovación política que debería culminar en el Congreso Nacional.
Durante el II Congreso Nacional de DN fue elegido miembro de la Mesa Nacional como Secretario General, en la candidatura de Adolfo Torrente, que alcanzó así la Presidencia Nacional de DN.
En 1957 un abogado avilesino, Salvador Solís, apodado "el Zapatones" por el tamaño de su pie, lo apartó del mal camino y lo puso en contacto con Ángel Garralda, párroco de la Iglesia de San Francisco. De la mano de D. Ángel, Pelayo conoció los escritos de los grandes pensadores del siglo XX como Primo de Rivera o Sánchez Mazas. Pelayo descubrió así el valor de la política y la necesidad de avanzar en democracia. Aunque entendía perfectamente que Francisco Franco buscaba lo mejor para España, no le agradaba el tono paternalista con el que lo hacía. Desde entonces, Pelayo se propuso ayudar a la educación del pueblo para que éste pudiera tomar sus decisiones libremente; y empezó por él mismo. Despachó el bachillerato en dos años (a dos convocatorias por año). Se matriculó en Filosofía y Letras y, gracias a una recomendación de D. Ángel, compaginó los estudios con un puesto de corrector en el diario La Nueva España. En el 68, mientras otros arrancaban adoquines en París, Pelayo sacaba sus oposiciones y empezaba a dar clase de Literatura en el instituto de Pravia. Precisamente en Pravia se enamoró de la que acabaría siendo su esposa, Adosinda Caso. Pelayo vivió los cinco años más felices de su vida junto a Dosi, que le dio tres hijos: José Antonio, Benita y Adolfo. En el parto de este último, Adosinda acudió a reunirse con el Señor.
Durante la transición Pelayo militó en pequeños grupúsculos patriotas de acción callejera hasta que se decidió a ingresar en Democracia Nacional. Como militante de base, y ante la pasividad de la cúpula del partido, inició la elaboración de un programa de renovación política que debería culminar en el Congreso Nacional.
Durante el II Congreso Nacional de DN fue elegido miembro de la Mesa Nacional como Secretario General, en la candidatura de Adolfo Torrente, que alcanzó así la Presidencia Nacional de DN.
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