Conferencias sobre la Historia de Rusia en el Siglo XX, Preámbulo: La Rusia del Zar Nicolás II

Bueno, damas y caballeros, tengo el honor de presentar hoy aquí la primera sesión de una serie de conferencias que se darán sobre la historia rusa en el siglo XX. La idea de estas conferencias surgió en una animada discusión con miembros de la comunidad política de este país, en la cual yo emitía juicios y datos sobre la historia del siglo XX española. Llegado un punto el Sr. Gordillo, manifestó su desconocimiento sobre la historia rusa del pasado siglo y me solicitó que le diese una somera explicación. Por no ser procedente en el momento preferí declinar el ruego, pero reflexionando sobre el tema aquella noche me dije a mi mismo, ¿por qué no? Y a lo largo del día se me fueron ocurriendo las cosas hasta que decidí tratar de organizar esta pequeña serie de charlas.

De todos modos yo no soy una eminencia en el tema, mis estudios son en política internacional y la historia, pese a que me apasiona, no entra en mi curriculum; además, por mi edad y familia, tengo experiencias personales con la Rusia soviética, lo que me impide ser todo lo objetivo que me gustaría; con lo cual yo me limitaré a hacer esta primera conferencia introductoria sobre el reinado de Nicolás II, que comienza en el final del siglo XIX, y para las demás conferencias trataré de traer a expertos que puedan hacer una exposición del tema más científica y objetiva que servidor.

Así mismo hoy, en el cocktail que habrá después de la conferencia, haré la inauguración de la exposición "Rusia, un siglo y muchas caras" que albergará objetos y curiosidades sobre la historia de mi gran país en el siglo XX y que han sido donados, temporalmente, por diferentes museos, instituciones y personas tales como el Museo Estatal del Ermitage, la Gran Condesa María de Rusia o mi propia colección privada. La susodicha exposición estará abierta en la Embajada a todo aquel que quiera visitarla durante los próximos 3 meses en horario ininterrumpido de 9 de la mañana a 8 de la tarde y con visitas guiadas que se efectuarán desde las nueve hasta el cierre cada dos horas (la será a las 9 y la última a las 7); rogamos a colegios, universidades y otras instituciones que quieran hacer visitas en grupos que contacten con la embajada y se arreglarán los detalles para su mayor comodidad y para, si me es posible saludarlos personalmente. La entrada es totalmente gratuita.

Y sin más preámbulos damas y caballeros, y disculpándome de la redundancia, comencemos con el preámbulo: "La Rusia del Zar Nicolás II".

>> ¿Por qué empezar con la coronación del Zar Nicolás II en una serie de conferencias sobre la Rusia del siglo XX? Quizá porque en realidad, pocos son los años que separan a la coronación del mismo y al siglo XX o quizá porque, en lugar de coger la aleatoria fecha del cambio de siglo, es más prudente escoger una fecha real y que marcase un hito en la historia del país. Pero, en realidad, el acontecimiento es escogido porque he considerado que no se puede entender la historia de Rusia en el siglo XX y sus acontecimientos más significativos (la Revolución, la Salida de la Guerra, la Guerra Civil, etc) sin entender el contexto politico-social previo.

Nikolái Aleksándrovich Románov (en ruso Николáй Алексáндрович Ромáнов), es coronado como Zar de todas las Rusias el 1 de Noviembre de 1894. El reinado de un Zar con tan poca voluntad de gobernar como era Nicolás II estuvo marcado por los políticos, sus tíos (en concreto el Gran Almirante de la Armada Rusa Sergéi Aleksándrovich Románov), su esposa e incluso su primo, el Kaiser de Alemania Guillermo II. Precisamente aconsejado por este, el Zar sumó a Rusia en la carrera colonial, haciendo su expansión hacia Asia (participando el la guerra chino-japonesa de 1896, donde ganaría Port Arthur y Manchuria), oriente medio (con la partición de la influencia en Persia con el Imperio Británico en 1907) y su influencia en los Balcanes. En sus relaciones con Europa Occidental mantenía, como se ha dicho, excelente relación con Alemania y también con Francia, que sería su principal aliado.

Su política de corte autocrático, no llegaba a igualar a la de sus predecesores, dio pie para la llegada de la industrialización a Rusia, que la montó en el caballo de la modernidad y el progreso. Sin embargo, el progreso económico no venía solo y traía consigo a las ideas liberales y, en menor medida, también las comunistas. Las ideas liberales cuajaron con facilidad en los sectores de las profesiones liberales y empresarios, mientras que la clase obrera que se comenzaba a generar con la industria, asimilaba el comunismo con idéntica facilidad.

Los liberales planteaban un modelo similar al británico de Monarquía Parlamentaria, acompañada de la redacción de una constitución en la que se distribuyesen los poderes del estado y se estableciese un sistema de representación democrático (o semi, dependiendo del sector). Por otra parte, entre los sectores comunistas se desarrollaban dos corrientes claras: los moderados que creían en la implantación de un estado democrático poco a poco y, en colaboración y alternancia con los demás partidos, conseguir llegar al estado socialista por vías democráticos (conocidos como melcheviques); y, en la otra mano, los radicales, seguidores a pies juntillas de la doctrina de "dictadura del proletariado" que creían en el camino de la revolución para la implantación del nuevo estado. El descontento de esta recién formada clase política llegó cuando se entregó al Zar un proyecto de reforma del estado (bastante el la linea de los liberales más moderados) y este lo rechazó sin miramientos (sería a partir de esa negativa cuando el después llamado Lenin comenzaría a organizar los movimientos revolucionarios). Así se iniciaría un descontento en toda la población que llevaría a la creación de movimientos y sociedades clandestinas, que propiciarían importantes hechos más adelante.

Pese a todo, el Estado y la Corona se mantenían fuertes y el estado de las cosas podría haber perdurado mucho más, pues muy pocos se atrevían a cuestionar la autoridad de un estado con tanta fuerza y poderío. Fue esta arrogancia la que llevó a Rusia a entrar en la Guerra Ruso-Japonesa de 1905, que sería un fracaso de acción naval y estratégica; aunque con todo y ello, y gracias a la mediación de los EEUU en el proceso de paz, Rusia no salió muy perjudicada en los acuerdos. Sin embargo, era la gota que los movimientos clandestinos estaban esperando para colmar el vaso, así que, ese mismo año, un sacerdote ortodoxo promovió una concentración frente al Palacio de Invierno en San Petesburgo, para exigir al Zar el fin de la autocracia. Sería lo que se llamaría el Domingo Sangriento, porque las tropas cosacas, por orden del Ministerio del Interior, atacarían a los pacíficos manifestantes, terminando con 95 muertos. No fueron los únicos sucesos de aquel año, que podría ser catalogado de Annus Horribilis: atentados, sublevaciones (como la del Potemkin), huelgas, etc.

Sin embargo el estado pudo con la embestida y se limitó a darle un tinte de democracia al autocrático régimen. Inició entonces el proceso de las Dumas (o Parlamentos) que tenían atribuidos poderes legislativos limitados y de control al gobierno; llegaron a convocarse tres dumas, las dos primeras rechazadas por tratar de ejercer activamente sus responsabilidades. Cabe destacar de este periodo al MInistro Stolypin, que, además de ejercer una fuerte labor antirevolucionaria, realizó un plan de reforma agraria bastante exitoso que calmaría bastante al campesinado; su posición totalmente contraria a Rasputín, le llevo a enfrentamientos con la Emperatriz, hasta le punto de presentar su resignación del cargo (rechazada). Murió en 1911 a manos de un terrorista revolucionario. Rasputín controlaría todos los gobiernos a partir de entonces, pasando por el cargo de Primer Ministro, personajes notablemente nefastos y, en general, odiados por la corte y la nobleza.

En 1914, y por las bienconocidas causas del asesinato del archiduque Francisco-Fernando en Sarajevo (no entra en esta discusión el teorizar sobre las causas de política internacional al rededor del tema), Rusia entra en guerra con el Imperio Austrohúngaro, generando la cadena de declaraciones de guerra que darían comienzo a la I Guerra Mundial. Pese a los iniciales éxitos, el frente oriental iba, poco a poco, destrozándose; pese a la enorme cantidad de hombres integrantes del frente, el Ejercito Ruso estaba mal armado y preparado para afrontar una guerra de ese calibre. El propio Zar lideraba el frente, demostrándo en algunas de sus actuaciones que no era un gran estratega; esta circunstancia dejaba en la capital, manga ancha a Rasputín para controlar el país a su antojo.

Un grupo de nobles enfadados por estas actuaciones de Rasputín, lo asesinan el 30 de Diciembre de 1916. A partir de su muerte el gobierno monárquico se va desintegrando, convocándose la 4ª Duma y el Gobierno Provisional encabazado por Kerensky (un revolucionario moderado), que, por la aceptación (incluso en el Alto Estado Mayor), llevarían al Zar a abdicar de sus derechos y los de su hijo el 20 de Abril de 1917. Su hermano, Miguel IV, rechazaría el cargo a los dos días.>>

Y hasta aquí este preámbulo sobre la história rusa del siglo XX, espero que me disculpen la extensión, pero no me atrevía a obviar detalles, así como el lenguaje usado y las faltas cometidas durante la exposición. Pero no se preocupen porque las consiguientes conferencias serán de mayor nivel, la próxima, a la que por supuesto están todos invitados, será realizada por el Profesor Doctor Stolikevih, jefe del Departamento de Historia Contemporanea Rusa de la Universidad de San Petersburgo. Muchas gracias a todos por su asistencia y atención y les recuerdo que ahora se hará una recepción en el salón Azul, donde se inaugurará la exposición. Espero verlos allí.