Sesión de Investidura

Señor Presidente del Congreso de los Diputados, Señorías, distinguidos representantes institucionales e invitados, señoras y señores.

Acudo ante ustedes, a propuesta de Su Majestad el Rey, con la intención de exponer un programa ejecutivo y solicitar la confianza de la Cámara para ser investido Presidente del Gobierno, de acuerdo con lo que estipula el artículo 99 de nuestra Constitución.

Por primera vez en la Historia de España no es un Diputado al Congreso la persona encargada de pronunciar este discurso de Investidura. Sin duda esta circunstancia obedece a la extraordinaria gravedad de la situación del país, pero en absoluto tiene que restar legitimidad alguna al Gobierno que se tiene que formar con su confianza. No lo hará porque también por primera vez en la Historia los dos principales partidos votarán a favor del candidato a la Presidencia.

España ha llegado a una situación crítica. Quiero citar a un reputado cineasta de nuestro país: «Crisis, en griego, significa proceso o cambio. Y el cambio es acción. Estamos en un punto de no retorno y es el momento de actuar. No hay marcha atrás. De las decisiones que se tomen ahora dependerá todo. Nada de lo que valía antes vale ya. Las reglas del juego han cambiado».

Señorías, nuestro país, nuestros ciudadanos esperan de ustedes –si me lo permiten, de nosotros– que acabemos ya con esta crisis que ha durado demasiado tiempo y ha hecho demasiado daño. Las familias, los trabajadores, los pequeños y medianos empresarios, los agricultores, los proveedores, pero sobre todo, los desempleados, los pensionistas o los estudiantes, exigen que el Estado cumpla su deber y actúe ante esta terrible situación. Tienen razón y no podemos negarles todo nuestro esfuerzo, nuestra dedicación y nuestro saber hacer para que los ciudadanos españoles vean cumplidas sus legítimas expectativas.

Por desgracia, ya no dependemos de nosotros mismos. La crisis se ha llevado por delante millones de empleos y miles de empresas, pero también la capacidad de España de hacer frente a los problemas por sí misma. Sólo con la ayuda de nuestros socios europeos, de los que dependemos en un mundo globalizado y un tiempo de crisis global, y que también dependen de nosotros, podremos salir adelante.

El Gobierno que hoy está en funciones ha mantenido contactos frecuentes con la Comisión Europea, el ECOFIN y otros organismos internacionales de cara a encontrar soluciones a nuestra situación. La realidad, Señorías, es que no hay otra alternativa que no sea aceptar su ayuda. De lo contrario, la suspensión de pagos será real.

Los indicadores macroeconómicos del último año, en los que no me voy a detener porque son por todos conocidos, demuestran que el insoportable vaivén político e institucional nos ha costado decenas de millones de euros. No sé si es momento de buscar responsabilidades; sí lo es, indudablemente, de poner fin a esa situación. En los últimos cuatro años, ante la atónita mirada de los ciudadanos, han residido en el Palacio de la Moncloa cuatro Presidentes del Gobierno, y con mi investidura serán cinco: tantos como todos los demás desde el advenimiento de la democracia. Para más inri, de los Presidentes Rajoy, Ocampo, De Cospedal y Prim, dos han dimitido y una ha sido expulsada por una moción de censura. Para qué mencionar los Ministros de Economía, Finanzas, Hacienda y cuantas variantes se han sucedido.

Señorías, si la situación política no se soluciona, difícil será superar las convulsiones económicas. Nuestro deber es facilitar las cosas, no ponerlas más difíciles.

Por ello asumo con plena consciencia el encargo de liderar un Gobierno de salvación nacional, porque no existe otro apelativo. Un Gobierno en el que coexistirán –forzados por las circunstancias– los dos grandes partidos, pero en el que invito a entrar, mediante el otorgamiento de la confianza, a todas las demás fuerzas políticas. Sólo mediante la unidad lograremos devolver a España al lugar que se merece.

El camino será largo y difícil, no será grato para nadie y habrá que tomar decisiones muy duras para garantizar que existe un futuro, cuanto más cercano mejor, de prosperidad. Habrá que hacerlo, además, con urgencia. Cada minuto perdido es más sufrimiento para los ciudadanos, es una oportunidad perdida para nosotros y es una piedra más en el pesado fardo que España lleva sobre sus espaldas. No cometamos de nuevo los errores ya sufridos. Hay que actuar ya.

La Comisión Europea, en colaboración con el Fondo Monetario internacional y el Banco Central Europeo, puso encima de la mesa ya al anterior Ejecutivo un programa integral de reformas que España debe asumir para evitar el abismo. Reformas que garantizarán la existencia de prestaciones sociales, de pensiones y de servicios básicos del Estado que, de lo contrario, no podremos mantener. Reformas que deben reducir el tamaño de las Administraciones Públicas, que durante casi cuarenta años se han extendido sin control y hoy son un lastre para la recuperación económica. Reformas fiscales que tienen una prioridad clara: luchar contra el fraude que resta al Estado miles de millones cada año.

Reformas, Señorías, que respetando nuestros valores sociales y políticos –reflejados en la Constitución de 1978– deben hacernos buscar nuevas formas de mantener el Estado de Bienestar logrado  en estos años. Mantenerlo, Señorías, en ningún caso renunciar a él. Porque no hablamos de cifras, no hablamos de magnitudes, no hablamos de indicadores. Lo que se esconde tras la prima de riesgo, el PIB o los intereses de nuestra deuda son personas. Son ciudadanos que sufren porque no tienen empleo, porque no pueden pagar las facturas o porque temen que, por primera vez, sus hijos vivan peor que los padres. Son ciudadanos que han perdido la esperanza, y no podemos darles la espalda, porque sin esperanza nunca podremos luchar por algo mejor.

Pero, además, son héroes. El esfuerzo que en la última década han realizado millones de españoles anónimos tiene tintes heroicos. Les hablo de pensionistas que alimentan a su familia, de voluntarios que dedican más tiempo del que tienen a los más desfavorecidos, de padres y madres de familia que sacan dinero de donde no lo hay para llegar a fin de mes. No podemos dudar de su capacidad para afrontar cuantos desafíos se pongan ante ellos. Y por eso no podemos darles la espalda.

Señorías, los gobernantes de este tiempo tenemos la responsabilidad de evitar una regresión histórica; tenemos el deber insalvable de evitar que la próxima generación herede unas condiciones de vida peores que la precedente. Esto no ha ocurrido jamás y no podemos ser nosotros quienes rompamos un ciclo de evolución social que, con muchas dificultades, no ha encontrado interrupción en los últimos cuatro siglos.

El programa de reformas será estudiado por el nuevo Gobierno de forma inmediata esta misma semana que hoy comienza en sucesivas reuniones con la Comisión, y anuncio para la semana próxima mi comparecencia urgente ante esta misma Cámara para detallar el alcance de las mismas e informarles a ustedes y al conjunto de los ciudadanos.

Todos estos sacrificios son la condición, lógica y comprensible, para obtener un total de más de ochocientos mil millones de euros, más del 80% de nuestro PIB, en los próximos cinco años, procedentes de las diferentes instituciones europeas. Una inyección de fondos sin precedentes en toda la Historia, que nos permitirá recuperar el tejido productivo y social que esta crisis ha destruido en España.

Sin esta ayuda no es posible continuar. Quiero remarcar este hecho, señoras y señores Diputados, porque es probablemente el más relevante de todo cuanto yo pueda decir aquí hoy. Si no elegimos esta alternativa, por dura que resulta, no hay nada más allá.

La soberanía nacional es inviolable y yo he sido y seré siempre uno de sus más fervorosos defensores. Ustedes, damas y caballeros, son los elegidos para dirigir los destinos de España y sólo ustedes, como Congreso de los Diputados, tienen la facultad de tomar las decisiones. Yo les he expuesto, con la claridad que he sabido, una situación que a priori no ofrece muchas alternativas, pero es en la Cámara  donde reside el poder de decisión.

Yo puedo ofrecerles lealtad, trabajo y plena dedicación para hacer frente a los problemas y encontrar las soluciones que los ciudadanos nos demandan, pero sin la confianza de una ingente mayoría de esta Cámara no es posible que realice la función por la que me encuentro aquí. Debemos conformar un proyecto colectivo capaz de rescatar a España; no limitarnos a observar cómo es rescatada.

No nos engañemos; no sólo la situación económica es grave. Ciudadanos de toda clase, ideología, género y condición han manifestado por millones su desconfianza en las instituciones, su desafección por la política y hasta su desprecio por la noble función que realizamos quienes nos entregamos al servicio público.

La lucha contra la corrupción no puede detenerse ahora, porque es un cáncer que durante décadas ha desarrollado metástasis en nuestras instituciones. Y si me permiten seguir con el símil oncológico, hemos llegado a un punto en el que sólo el tratamiento más duro erradicará la enfermedad. Hay que tomar medidas como el endurecimiento de las penas por delitos económicos y la tipificación del fraude contable y la financiación ilegal en los partidos. Y, desde luego, hay que dotar de medios a la administración de Justicia. Les hablo con pleno conocimiento de causa cuando les digo que una justicia lenta no es justicia.

Pero también es necesario regenerar la vida política española para acercarla a los ciudadanos, que son quienes realmente detentan el poder y a quienes –no lo perdamos de vista– se supone que nosotros dedicamos nuestros esfuerzos. Para todo ello será necesaria una acción coordinada no sólo del Gobierno, sino de todas las instituciones, los partidos y los colectivos sociales.

Insisto de nuevo: sólo juntos lograremos salir de este invierno de convulsión y apatía. No es el momento de despertar antiguas rencillas ni de retomar discursos del pasado para buscar nuestras diferencias. España es un gran país que lleva unido cinco siglos y es la nación más longeva de Europa. Unidad, señorías, que no es uniformidad. En la diversidad de nuestros pueblos y ciudades, en la diversidad lingüística y cultural, en la diversidad política, reside el mayor valor de nuestra democracia. Juntos podemos superar esta crisis, pero jamás podremos hacerlo mediante rupturas o tensiones que nos debilitan, como conjunto y como partes de un todo que se llama España. Si existe esperanza de salir de este negro capítulo de nuestra Historia es, sin duda ninguna, unidos como lo hemos estado tanto tiempo.

Señorías, no perdamos de vista la tarea colectiva que tenemos ante nosotros. Es probable que nunca antes en la Historia de España sus gobernantes se hayan tenido que enfrentar a un reto como el que nos ha tocado superar.

Porque, señoras y señores Diputados, superar las dificultades es, también, la única alternativa. No podemos quedarnos quietos, no podemos entregarnos al derrotismo, no podemos dar por finalizada esta etapa que desde hace cuarenta años ha dado a los españoles progreso, bienestar y libertad. Nuestra misión, nos guste o no, es recuperar la esperanza que los ciudadanos han perdido. Debemos responder a la llamada y actuar con la convicción de que juntos superaremos los problemas y podremos ofrecer a los ciudadanos es país que merecen, recuperándonos de la crisis económica, asegurando la paz en una época de conflictos globales, y manteniendo la esperanza en este largo invierno de temor y ansiedad.

Asumamos juntos este compromiso. Solicito, Señorías, la confianza de la Cámara.

Héctor Fernández, Presidente del GPP

Muchas gracias, señor Presidente. Señorías. Que vivimos tiempos de penuria económica, política y social es innegable. Que nuestro país requiere de valentía y medidas enfocadas directamente a la recuperación del empleo y de la calidad de vida de los españoles, es también innegable. Nuestro partido es consciente de ello y en este debate y la posterior votación actuaremos en consecuencia a la terrible situación de nuestro país.

Nuestro grupo parlamentario ha tenido una reunión previa de todos los diputados que formamos parte del mismo para consensuar nuestra postura en cuanto a la intervención de España por parte de la Unión Europea. En este sentido ha habido unanimidad, y la posición que voy a trasladarles es la de todo mi grupo sin excepción.

Dicho esto, paso a contestar al Sr. De la Torre.

En primer lugar, ha sido descortés para con este grupo parlamentario, diciendo que su persona iba a contar con nuestro apoyo. Una declaración arriesgada que supone un salto a una piscina que puede estar vacía. Desconozco cuál va a ser la postura del PSOE en esta investidura que Europa ha impuesto a los españoles, pero desde luego la decisión del Grupo Parlamentario Popular se decide entre los diputados que lo conforman, y no desde Bruselas.
(Aplausos del GPP)

Vivimos una situación de crisis, tal y como he dicho al comenzar este discurso, pero una crisis que debemos resolver los españoles, y que el Partido Popular está dispuesto a solucionar. Los socialistas han demostrado su incompetencia, de eso no hay ninguna duda, han destruido aquellos datos que antes de su entrada al Gobierno indicaban que España se estaba recuperando y creando empleo por primera vez desde 2008. No contentos con ello los socialistas querían, antes de la dimisión del señor Prim, subir los impuestos a todos los españoles, a las familias y a las empresas. Unas decisiones que hicieron salir a la calle a los españoles hacia unos días.

No cabe duda que el socialismo es el germen de todas las crisis económicas que ha vivido este país desde hace 40 años, pero España cuenta con un partido, como es el PP, que tiene la voluntad, la fuerza y un proyecto sólido para sacar España y a los españoles adelante. Es por ello que este grupo no puede depositar su confianza en el candidato que se nos quiere imponer desde fuera, porque aquí dentro hay materia de sobra para resolver nuestros problemas y cumplir con nuestros compromisos con la Unión Europea.
(Aplausos del GPP)

El Partido Popular se niega a entregar por completo la soberanía Nacional de nuestro país (aplausos del GPP). Y el propio candidato así ha dejado ver que ocurrirá en su intervención, al decir que España no depende de sí misma. Pues mire usted, señor De la Torre: España depende de sí misma y de la voluntad del pueblo español, por lo que no podemos apoyar un gobierno impuesto y que no emana de la voluntad del pueblo español. España sólo reconoce la soberanía del pueblo español, y nada ni nadie está por encima del pueblo español.
España puede hacer frente a sus problemas, pero desde luego no vamos a pagar la mala gestión que el socialismo ha llevado a cabo en los últimos tiempos. Con esta investidura, señor De la Torre, España no recibe la ayuda de la Unión Europea, lo que recibe es un gobierno impuesto de tecnócratas que va a someter a los españoles a los dictados de una fuerza extranjera.
(Ovación del GPP)

Habla usted de devolver a España al lugar que se merece. Estamos de acuerdo. Nadie niega el desastre al que los socialistas nos han sometido. Nadie lo niega. Pero el lugar que España se merece es el que los mismos españoles decidan a través de las urnas. Usted no es miembro de este parlamento, usted no ha pasado por las urnas, los miembros tecnócratas de su gobierno, desconozco si van a ser miembros del Partido Socialista. Por todo ello, creo que tiene usted un problema grave de legitimidad democrática.

Lo que tiene usted que decir en esta Cámara es si el Gobierno que usted propone va a bajar las pensiones. Lo que tiene que aclarar es si su plan y el de la Unión Europea, que es lo mismo, es que España se vaya del euro. Lo que tiene que decirle al pueblo español es si va a subir los impuestos, tal y como los socialistas que querían hacer. Dígale al parado que tiene que recurrir a sus padres jubilados para sobrevivir y para que sus hijos vayan al colegio, como usted bien ha analizado, que la única alternativa que tiene España es "la dura". La dura para el ciudadano que lo está pasando mal y que no puede dar más de sí.
Se engaña usted, este país tiene más alternativas que la de usted. España y los españoles tienen una alternativa real puesta en el Partido Popular, un partido dispuesto a sacar a los españoles adelante y, al mismo tiempo cumplir nuestros compromisos con la Unión Europea. No somos un partido que defienda la desobediencia a Europa, defendemos cumplir con Europa. Pero lo que Europa tiene que tener claro es que a España la rescatamos entre todos nosotros con un proyecto valiente acorde con las necesidades urgentes que tenemos.

La reducción del gasto político, que no público, es lo que defiende nuestro grupo parlamentario. Acabar con las mamandurrias, con el despilfarro de las administraciones públicas, con los centenares de empresas públicas inútiles, con las miles de subvenciones sin control que hemos realizado en estos últimos años, sobre todo hasta el 2011. Es una evidencia que España requiere de reformas profundas para aligerar el peso del Estado y abrir camino al libre mercado, que es el único que puede dar solución a los problemas reales de españoles.
(Aplausos del GPP)

Estoy de acuerdo también con usted de que España sólo puede salir adelante si nos mantenemos unidos. Pero un rebaño de ovejas que se mantiene unido en dirección a un precipicio, no es unidad, es el desastre.
Quiero que explique aquí su programa, puesto que los españoles no han tenido ocasión de conocerlo en las urnas. Es de recibo que conozcan todas y cada una de las medidas que pretende adoptar.

Es muy probable que, si usted consigue el voto de esta Cámara con el apoyo del PSOE, proponga medidas que podamos apoyar puntualmente. Pero nuestro grupo parlamentario no va a dar su voto favorable a la investidura que se nos propone. No tiene pues, nuestra confianza. Desde luego, rechazamos formar parte de su supuesto gobierno (aplausos del GPP). Esperamos, y no me entretengo más, que responda a las preguntas que a lo largo de mi discurso le he realizado, condicionará así el sentido de nuestro voto. Muchas gracias.
(Ovación en pie de toda la bancada del GPP)

Señor de la Torre,tiene usted la palabra para una replica

Muchas gracias, señor Presidente. (Ante algunas protestas que se oyen en el Hemiciclo, el candidato levanta las manos) Señorías, les insto a que revisen el apartado 4 del artículo 171 del Reglamento de la Cámara. Gracias.

Señorías, señor Fernández, voy a hacer algo por primera vez en muchos años: responder a una provocación.

Digo provocación, Señoría, y le ruego que me perdone, porque no encuentro otro calificativo a su agresivo discurso. No entiendo, además, y se lo digo con total franqueza, la posición que acaba de adoptar aquí, muy distinta a la que según todos hemos entendido, hace unas horas mantuvo usted en el despacho de Su Majestad el Rey.

Es posible que no haya escuchado una parte de mi intervención; pero es inadmisible que no sea consciente de la realidad por la que atraviesa este país.

Señor Fernández, me alegra coincidir con usted en nuestra concepción de la soberanía nacional, pero me temo que no ha entendido lo que hago yo aquí. Yo no soy Diputado, no tengo un partido político, y nunca en mi vida he ambicionado ser Presidente del Gobierno. Sin embargo, estoy aquí propuesto por el Rey después de que éste haya despachado con todos los partidos, incluido el suyo, y me lo haya pedido. Yo no estoy en condiciones de decirle que no a Su Majestad. Señorías, yo no ambiciono el cargo al que soy candidato. Y si lo hiciera, les aseguro que no querría enfrentarme a un panorama como el actual.

Señor Fernández, ¿ha considerado la opción de que sea usted el único portavoz de esta Cámara que no ha levantado el teléfono para hablar conmigo una vez se ha conocido mi candidatura? Quizás es porque lleva 48 horas al frente de su partido; no le critico, yo llevo menos como candidato a la Presidencia del Gobierno de mi país. Sin embargo, en ese tiempo he procurado informarme para no venir a este debate de vacío.

Si usted hubiera querido, señor Portavoz, habría encontrado muchas respuestas a las preguntas que ha formulado ante el Pleno hace escasos momentos. Si usted hubiera querido, o su partido hubiera querido, quizás hoy sabrían cuáles son las medidas que la Comisión exige –no solicita; exige–. Como he dicho, no son nuevas. Ya fueron planteadas al anterior Presidente del Gobierno. El Partido Socialista se ha molestado en preguntar. Ustedes no.

Señorías, tampoco yo he dicho que vaya a aceptar todas las exigencias de la Comisión. En primer lugar he anunciado que me reuniré con sus autoridades para saber si esas exigencias son las mismas, y en segundo lugar he anunciado una comparecencia en esta Cámara para explicarlas y debatirlas. Pero insisto, Señoría, usted ha optado por ponerse en frente antes de, siquiera, establecer el menor contacto oficial conmigo.

(Se produce un notable cambio de tono, de uno enérgico a otro más sosegado) Pero, señor Fernández, no le culpo. Probablemente yo, en su posición, habría hecho lo mismo. Si yo fuera Presidente de un Grupo parlamentario, probablemente, no votaría esta Investidura.

No la votaría, Señorías, porque no hubiera dejado que se produjera. No la votaría porque habría procurado que hubiera otra alternativa. No la votaría porque a la hora de exigir responsabilidades hubiera sido algo más rápido.

Señoría, si no he exigido responsabilidades es porque no me compete hacerlo… Pero a usted sí. Usted, señor Fernández, al igual que los otros 349 Diputados de esta Cámara, son precisamente los únicos que pueden exigir la responsabilidad política de un Gobierno. Y permítame recordarle que no lo hicieron. Y hoy estamos aquí porque un Presidente ha dimitido.

Señoras y señores Diputados. La pasada semana el Presidente Prim se reunió en Bruselas con representantes de distintas instituciones comunitarias. Éstos le plantearon una serie de medidas para corregir la actual situación económica de España. Medidas que pasan por la supresión de Comunidades Autónomas, profunda reforma del mercado laboral, y sobre todo, la salida de España del euro y su incorporación a la “Zona de convergencia”, donde se pondrá en marcha una nueva moneada a tipo de cambio fijo con el euro. Les he citado los extremos más importantes de estas medidas que Europa exige a cambio de un rescate sin el que, me permito recordarle, no hay más salida que la suspensión de pagos.

Señoría, eso es lo que la Comisión quería hace una semana, cuando había un Gobierno en minoría y los mercados hacían tambalearse nuestra mera existencia como Estado. Y eso, bajo mi punto de vista, no puede ser aceptado así como así. Y por eso yo he dicho aquí que quiero volar a Bruselas de inmediato para que el Presidente Juncker se ratifique en las mismas o, por el contrario, las modifique; y después venir a esta Cámara y explicarlo. Pero es que, señor Fernández, el Presidente de la Comisión pertenece a su partido, y el Presidente del ECOFIN perteneció a su Gobierno. Esto no lo he ideado yo esta noche, esto lo ha recibido de Bruselas el Gobierno, y lo heredo yo con el encargo de asumir una responsabilidad que, de momento, ningún Diputado de esta Cámara se había tomado la molestia de asumir: la de parar la debacle política de los últimos años, formar un Gobierno de coalición y empezar a gobernar este país.

Señoría, con toda humildad, yo considero cumplida mi hoja de servicios a este país. He trabajado tan bien como he podido o sabido hacerlo allí donde se me ha requerido. Ahora me enfrento a este reto y ni se me ocurre quejarme, porque para mí es un honor y un privilegio. Y si tengo que hacerlo así –presidiendo un Gobierno que a nadie le gusta formar, negociando unas condiciones que a nadie le gusta tener que negociar y aplicando unas medidas que a nadie le gusta aplicar– lo haré.

Señor Fernández, por mi parte voy a olvidar su intervención y le tiendo la mano. Yo no quiero formar un Gobierno sin ustedes. Con la mayor humildad se lo pido: no permita que la mayoría de esta Cámara abandone su responsabilidad para con el país. No lo haga.

Yo no puedo hablar en nombre de nadie. No he sido elegido, como ustedes, y por tanto me corresponde hablar exclusivamente en mi propio nombre. Le hablo como un ciudadano cuando le pido que, como Presidente del primer partido del país, asuma la responsabilidad política que la sociedad reclama. No me vote a mí, no vote esta investidura. Vote al único camino que asegura un mínimo de estabilidad política, que es imprescindible para que mañana o pasado no venga un Comisario europeo y nos diga que no queda un euro en las arcas del Estado para pagar esas pensiones que le preocupan tanto como a mi. Sea consciente de que aquí decidimos mucho más que mi cargo.

Muchas gracias.

Si señor Fernández, tiene derecho a palabra, pero como última vez en el debate.

Héctor Fernández, Presidente del GPP

Bien, gracias señor Presidente. Señor De la Torre, tengo que desmentir algo que usted ha dicho, sin conocer la verdad, con respecto a mi reunión con SM el Rey. La posición que acabo de adoptar aquí es exactamente la misma que la que hace unas horas mantuve en el despacho de Su Majestad el Rey. Una reunión en la cual mostré mi desacuerdo con el proceso al cual se quería someter a España y a los ciudadanos. Por lo tanto le pediría que no se tome tantas licencias conmigo.

Ha podido usted llamarme, pues es al grupo que presido al que va a pedir que le dé su confianza. Pero me alegro de que no lo haya hecho, pues creo más conveniente que explique su programa de reformas en público, y no por teléfono, en los despachos y con la opacidad que la práctica política ha venido acostumbrando en los últimos tiempos. Hable aquí, en la Cámara donde se representa a los ciudadanos españoles, y delante de las cámaras de televisión cuál es su programa de reformas. Quiero escucharlo, y los ciudadanos también, de su propia boca.

Por tanto, lo que tiene usted que aclarar es si pretende bajar las pensiones, suprimir las CCAA, bajar los salarios, subir los impuestos y que España salga del euro incorporándonos al grupo de la Europa de la segunda o tercera velocidad. Ha hablado que esto es lo que quiere la Comisión, pero que sin embargo viajará a Bruselas para debatirlo. ¿Y qué cree que le dirá? Le dirán que eso es lo que quiere que usted haga, y no hay más que hablar. Y luego vendrá ante este parlamento a explicarnos que viene a hacer lo que nadie quiere hacer: bajar las pensiones, subir los impuestos a las clases medias y trabajadoras, sacar a España del euro y condenar a nuestros ciudadanos a una situación mil veces peor de la que está. ¿Es ese su planteamiento económico? ¿apretar y ahogar aún más a una población que lleva años tragando lo intragable?

Quiero que en su próxima intervención me responda a estas preguntas y que le cuente a la ciudadanía todas las medidas que quiere llevar a cabo. Entenderá que no podemos entregarle un cheque en blanco y que no podemos apoyar a un candidato que se niega a decir lo que quiere hacer, los impuestos que quiere subir, los salarios que quiere bajar o las pensiones que quiere reducir. No espere nuestro apoyo ni nuestra colaboración si se presenta sin proyecto y si no le mira a la cara a los españoles y les dice lo que quiere hacer.

Para terminar, le ruego que no se dirija a sí mismo como el Mesías, le ruego que no falte así al respeto a los españoles, le ruego que no cuestione la inteligencia de los ciudadanos. Usted no es el único camino, ni lo es el gobierno que nos propone, que pretende ser la segunda fase del gobierno del PSOE. En este país existe una alternativa real, que es la que desde el Partido Popular y desde mi persona planteamos: la de reducir el gasto político de las administraciones, las mamandurrias y los despilfarros; la de bajar los impuestos a las clases medias y a las pymes; la de dar facilidades para la contratación a todas las empresas y para la creación de los proyectos de los emprendedores; la de dar unas pensiones dignas; y sobre todo la de devolver a los ciudadanos el empleo que perdieron y la libertad que el socialismo les ha robado. Muchas gracias.

Señor Presidente, con su permiso doy la dúplica al Grupo Popular y proseguimos con el debate. Supongo que ya que he optado en un primer momento por la respuesta individual, por deferencia con el resto de grupos creo que lo que procede es hacerlo así.

Bien, Señorías, señor Fernández, creo que usted y yo tenemos un fallo de comunicación. Lo demuestran, de hecho, las contradicciones de su discurso. Me reprocha que no expongo mis medidas, me reprocha que mi intención sea ir a Bruselas a negociar con la Comisión… Y a renglón seguido me dice que qué más da, si la semana que viene voy a volver “para hacer lo que nadie quiere hacer”. Entonces, señor Fernández, ¿cuál es el plan? Qué le parece éste: yo gano esta Investidura, me dirijo al despacho de La Moncloa, tomo posesión y espero. Espero. Y sigo esperando. No sabemos a qué; puedo esperar, como el señor Rodríguez Zapatero, a que amaine y salga el sol. Puedo esperar, como el señor Rajoy, impasible el ademán, a que todos ustedes se cansen, hasta la crisis se cansará de verme esperar. Puedo esperar, como la señora De Cospedal, simplemente a que me echen. Puedo esperar, como el señor Prim, a que la situación sea insostenible.

No sé qué le parece esa estrategia. A mí no me parece la más acertada, pero oiga, si cuatro Presidentes la han puesto en práctica, dos de su partido, lo mismo es acertada…

A donde quiero llegar, Señorías, es a que el tiempo se ha agotado. Clama usted por una nueva alternativa, la alternativa del PP, pero se equivoca. Ustedes ya no son una alternativa, Señorías, porque si lo fueran hoy yo no estaría aquí. Ustedes ganaron las elecciones y por desidia, por incompetencia, por incapacidad o por las tres, no gobernaron y además permitieron un Gobierno que usted mismo ha tachado de desastroso. ¿Dónde estaban entonces? ¿Dónde ha estado su alternativa todo este tiempo y por qué ahora los españoles sí deben apreciarla? ¿Es que no comprende que los dos grandes partidos de este país han estado dos años mandando un mensaje en letras de neón que dice ‘no sabemos gobernar’? ¿No lo comprenden?

Señorías, si alguno de ustedes aún no se ha preguntado por qué hoy este Congreso debate la investidura de un juez sin filiación política como Presidente del Gobierno es que no ha entendido la complejidad de la situación.

Señor Fernández, en mi programa de Gobierno, que he tenido ocasión de pensar mientras usted hablaba, se invierten millones en medios para la Justicia; se mejora la calidad de nuestro sistema educativo; se reducen las cargas fiscales a las familias para que éstas consuman, y las empresas produzcan más, y creen empleos; se garantizan las pensiones de millones de ciudadanos que han trabajado toda su vida y las merecen; se crean nuevas prestaciones para los más desfavorecidos, porque la sociedad no puede ser ajena a la solidaridad; se construyen infraestructuras punteras; se invierte en investigación; se dan oportunidades reales a los jóvenes. ¿Le ha gustado? Seguro que sí. A quién no.

Nuestro problema, señor Fernández, es que nos ha tocado vivir en un mundo en el que si el Estado no tiene dinero, absolutamente nada de eso es posible. Y lo que intento decirle por tercera vez es que nuestro Estado ya no tiene dinero. No me mire a mí, porque le aseguro que yo no me lo he gastado. Mire usted a su alrededor, porque en esta Cámara están sentados nada menos que tres de los cinco últimos Presidentes del Gobierno.

Señoría, si no tenemos liquidez no habrá pensiones, no habrá sanidad, no habrá educación, no habrá prestaciones sociales y no habrá Administraciones que las provean. No habrá impuestos, peo porque no podremos pagar a nadie que los recaude. No habrá seguridad, porque no podremos pagar a policías y bomberos. Señor Fernández, no creo que sea necesario explicarle lo que pasa cuando el Estado se queda sin dinero.

De modo, Señoría, que volvemos a la pregunta inicial: ¿cuál es la solución? Salvo que usted tenga otra, a nadie más se le ha ocurrido otra alternativa que no sea aceptar la ayuda de nuestros socios europeos. Si conoce a alguien más que pueda prestarnos ochocientos mil millones de euros, por favor, es el momento de decirlo.

Señor Fernández, yo no soy partidario de salir del euro y, es más, pretendo a toda costa evitarlo. Yo no soy partidario de cargarme doce o trece Autonomías, pero sí lo soy de eliminar lo que usted denomina –con buen juicio– gasto político. Yo no soy partidario de asfixiar a los españoles con impuestos que sólo incitan el fraude fiscal y por tanto logran el objetivo contrario al pretendido. Yo no soy partidario de dejar de prestar sanidad y educación pública, universal y gratuita.

Dicho esto, que tampoco es ningún secreto, toca ir a Bruselas a negociar. Y aquí, señor Fernández, entra usted. Porque el mío será un “Gobierno del PSOE” sólo si usted quiere. Y yo puedo reunirme con el señor Juncker como un Gobierno en minoría –otra vez–, o podemos presentarnos como una alianza que representa al 85% de los españoles para decir ‘no’ a lo que todos consideramos desproporcionado. Y de nuevo, eso depende de usted. Claro que no es fácil apoyar un Gobierno que tiene las manos atadas. Claro que lo fácil es decir que yo soy la troika y que presentarán una moción de censura contra mi. Me gustará ver cómo explican a la ciudadanía que no se la impusieron al señor Prim sino que se la presentaron a la única oportunidad que ha habido de un Gobierno de salvación nacional.

Si quiere ver en mí un enemigo, señor Fernández, hágalo. Pero no se escude en eso para no reconocer que lo que pretende es llegar a las próximas elecciones limpio de polvo y paja, presumiendo de no haber apoyado a ese Gobierno “que nadie quiere formar”. Su patriotismo me abruma y me desborda, Señoría. Y me recuerda a esa épica frase de uno de su bancada. ¿La recuerdan ustedes? Sí, aquella no tan lejana.

Al señor Montoro la estrategia le salió mal; sólo espero, Señoría, que para cuando usted la quiera repetir, quede algo. Yo voy a intentar trabajar para que así sea. Ya que no puedo trabajar con usted para empezar ya, trabajaré para que, por lo menos, quede algo que levantar.

¡«Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros»! Quizás algún día alguien le dé las gracias a usted; la Historia es así de cruel.

Gracias.

María González Veracruz
Portavoz del GP Socialista

Gracias, señor Presidente,
Señorías,


Hoy nos encontramos en un momento determinante del futuro de nuestro país. Los socialistas hemos escuchado con atención el discurso del candidato propuesto por Su Majestad el Rey, y venimos a fijar nuestra posición.


España se encuentra sumida en una feroz crisis financiera que, por desgracia, están pagando más de seis millones de ciudadanos. El señor De la Torre viene aquí con una alternativa, la única. Y digo la única, señorías, porque hay que ser responsables y coherentes. Las políticas públicas aplicadas para solventar la situación han sido erróneas o insuficientes, como las del actual Gobierno. Y lo decimos sabiendo que somos el partido que lo apoyó. Pero no nos ambiciona el poder, señorías. Nos ambiociona el bienestar de la ciudadanía, y eso se traduce en un esfuerzo político de asumir responsabilidad y ceder intenciones ante lo que se nos presenta, que no es más que un grupo de respetados y expertos totalmente independientes al poder político que pueden aportar la estabilidad institucional y política que este país necesita. Un grupo que se verá reforzado por un número de miembros políticos que aportarán la experiencia y el valor de la gestión pública.


(Aplausos del grupo socialista)



Señorías, el grupo parlamentario socialista apoyará abiertamente al candidato en su investidura y aceptamos su propuesta, con la legitimidad democrática que nos aportan las urnas y el juego democrático, de participar en su gobierno, aparentemente, de coalición con el Partido Popular. Para nosotros, esta es la clave del éxito anticipado. Una gran coalición que representa a más del 85% de la ciudadanía no solo aporta estabilidad y refuerzo a la hora de tomar las reformas necesarias, sino que además, tal y como ha señalado el señor De la Torre, la reivindicación será mucho más fuerte si en lugar de ir uno a Bruselas, vamos el 85% de este país.


Somos conscientes que tanto el gobierno de coalición nacional como la intervención de UE es una petición mayoritaria entre la ciudadanía española, y vamos a respetar su voluntad. La línea de 800 mil millones de euros permitirá a España contar con una suficiencia financiera temporal capaz de amainar la tormenta para reconducir la situación, reorientar las reformas económicas y laborales necesarias y conseguir el saneamiento de las cuentas públicas. Esto, señorías, no es el todo. Es lo que nos ofrecen. El paquete de recomendaciones presentadas por la Comisión Europea son negociables, y este gobierno garantizará su aplicación no radical, parcial y flexible, para que no suponga ningún perjuicio al bienestar de los españoles, a nuestra organización territorial e institucional ni a la seriedad y responsabilidad de este país en el mundo.


Los socialistas, si así nos lo permite el señor De la Torre, aportaremos el pragmatismo necesario para que el país se reconduzca hacia una situación favorable, pero también anunciamos que añadiremos el toque social que España requiere. Cualquier reforma que emprendamos, señorías, vendrá acompañada con la suficiente cobertura social para que no perjudique a las ya diezmadas clases bajas y medias. No permitiremos que hayan más españoles cruzando el umbral de la pobreza. Queremos descargarles del infierno fiscal, queremos ayudar a emprendedores a poner en marcha sus negocios, queremos que las empresas no recurrarn al despido como fórmula para abaratar costes, queremos que fluya el crédito para empresas y familias, queremos eliminar el abultado endeudamiento, tanto público como privado, que impide que este país avance en sendas del crecimiento y el empleo de calidad. La UE no es el fin del túnel, es la carretera que nos conduce hacia la superación de la crisis. La ayuda de nuestros socios comunitarios es fundamental y su ofrecimiento ya demuestra el interés que tienen por este país. España no puede caer. Somos valiosos, atractivos y necesarios, y vamos a cumplir con esa responsabilidad y esos compromisos. Compromisos que no viene de fuera, como el PP pretende vender. Atajar la reducción de la deuda no es una imposición europea. Es propia nuestra, porque si no lo hacemos, no podremos pagar pensiones, nóminas y prestaciones por desempleo, ni mantener una Sanidad o Educación públicas. Atajar la reducción del déficit no es una imposición europea. Es propia nuestra, por la solidez y sostenibilidad de nuestras cuentas públicas aportan un doble valor: el de poder llevar a cabo el gasto público y social que tan necesario es en estos tiempos, como la imagen de país serio y comprometido. Atajar la reducción del desempleo no es una imposición europea. Es propia nuestra, porque no podemos permitir el drama de más de seis millones de parados que desemboca en la peor de las desigualdades: la social, y por tanto, la pobreza,


(Aplausos del grupo socialista)



El pragmatismo, la austeridad y la cohesión social serán los ejes sobre lo que los socialistas queremos apuntalar este Gobierno próximo y sus políticas y reformas. Responsabilidad que nos exije tomar decisiones que sabemos que no son gustosas, pero necesarias e irrenunciables. Los socialistas fuimos los primeros en hablar de menos impuestos, más empleo de calidad y más cobertura social. Vamos a conjugar estas tres demandas en un gobierno que, con mayoría independiente entre sus miembros, no calibrará el coste de una reforma por su coste político, sino por su rédito nacional como herramienta para mejorar el bienestar de los españoles.


Señor De la Torre, tiene nuestro apoyo y, a cambio, le garantizamos que obtendrá de nosotros el mayor esfuerzo político para que España salga de la crisis que la azota desde hace años. No tengo intención de responder a las falaces acusaciones del portavoz popular. Ellos saben perfectamente su responsabilidad en la situación. Después de conseguir los peores datos macroeconómicos de la historia de este país (casi 27% de paro, 93% de deuda pública, casi 11% de déficit, mayor desigualdad social), ahora vienen a darnos lecciones. ¿Lecciones de qué? Mientras el señor Rajoy y su partido apestaba a corrupción, los socialistas propusimos rebaja fiscal para PYMES y rentas bajas, presentamos un plan de consolidación fiscal de 15.000 millones de euros, más otros 5.000 de contención de gasto sin tocar ni un sólo céntimo en política social, sanidad o educación. Presentamos medidas para reestructurar la deuda hipotecaria (deuda privada, al fin y al cabo, que ahogan a familias). Presentamos un enfoque distinto a la salida de la crisis, porque asumimos que si bien no hay alternativa a los recortes, sí hay recortes alternativos. Vamos a pedir al próximo gobierno que la austeridad se caracterice por una austeridad no social, y que se equitativa y justa, como tuvo que ser desde un primer momento.


(Aplausos del grupo socialista)



El resto de la intervención del PP ha sido para justificar sus errores del pasado. Dejando una España a la deriva con el señor Rajoy, la señora Cospedal fue incapaz de mantener el leve y amargo respiro en la gestión económica de su antecesor, sino que empujó este país al borde de una quiebra no solo económica, sino también institucional, política y territorial. Los socialistas queremos unidad en la salida de la crisis, pero no vamos arrastrarnos a buscar a aquellos que estuvieron desparecidos durante casi dos años, criticando la gestión de un gobierno socialsta que jamás, jamás, llegó a materializarse, sin que el PP quisiera presentar una alternativa lógica o, simplemente, una alternativa. La deuda que estamos pagando ahora, la generaron ustedes. Los parados que estamos entregándoles su prestación, son suyos, y los que no vuelven a tener empleo, son suyos. El déficit que ahora debemos corregir, es suyo, porque si hubieran atajado dentro de la responsabilidad, la celeridad y el principio de sostenibilidad de las cuentas públicas, ahora podríamos disponer de recursos suficientes para solventar la situación sin poner en peligro la estabilidad fiscal del país. Su gestión fue pésima y, ahora en la oposición, lo ha sido peor. El señor Prim hubiera agradecido su mano tendida, como los socialistas hicimos con el señor Rajoy y Ocampo, y como ahora volvemos a hacer con el señor De la Torre ustedes. Pero la ambición, ciega. Prefieren eludir su responsabilidad, tirar a la borda el compromiso y la seriedad de este país, y dejarse llevar por los cantos de sirena de ex dirigente de su partido que no acaparan ninguna relevancia pública ni institucional. Ustedes, señorías del PP, escuchan y se dejan guiar por la voz de un fantasma. No vamos a pedir perdón a un partido que ni estuvo, ni está en estos momentos predispuesto a luchar por el futuro de España.


(Aplausos frenéticos del grupo socialista)



Señor Presidente,
Señor De la Torre,

Señorías,
El Partido Socialista presenta el pragmatismo social, la austeridad y la cohesión social como ejes de próximo gobierno. Y nos guiaremos por la responsabilidad, la seriedad y el compromiso como banderas en nuestras políticas.


Señor De la Torre, cuente con nuestro apoyo para su investidura.


Muchas gracias.


(Aplausos masivos del grupo socialista)

ROGER DE BENAIGES. GRUP PARLAMENTARI CATALÀ

Muchas gracias señor President. Bona tarda a tots i a totes.


Se preguntaran que vamos a votar nosotros en esta Sesión de Investidura, y les explicaré los motivos que nos llevan a escoger esta decisión. Un día más se visualiza la debilidad creciente del Estado español, este estado que lleva sin escucharnos muchísimo tiempo, y hoy lo ha vuelto a hacer, hoy en esta cámara mostramos nuestro alejamiento creciente de lo que representa esta institucion y las demás instituciones de este estado, muchos más catalanes empiezan a sentirse, o ya se sienten ajenos a lo que hoy aquí está pasando, se nota en las calles. Han perdido totalmente la credibilidad, y la confianza que les quedaba. Nadie, absolutamente nadie nos ha preguntado, ni a los vascos ni a los catalanes, si queremos o no salir del euro, en mi mente visualizo los comentarios de hace unos pocos años que decían que una Catalunya independiente saldría del euro, ya veo que todas las predicciones hechas a Catalunya para intentar espantar a la gente a algunos se les giran en contra, por desear el mal a otros... ¿será el karma? Así que ya les digo que nosotros no aceptaríamos una moneda que no fuese ni negociada ni discutida con los catalanes.

(Aplausos del GP Català)


Des de Catalunya no podemos llevar a cabo ninguna medida ya que nuestro auto-gobierno fue secuestrado por la fuerza de las armas, y las elecciones al Parlament serán el mes que viene... donde la prioridad en Catalunya serán tanto la recuperación económica como el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro libre y democráticamente su futuro.
Su concepto de ''soberanía'' insulta una vez más a la población catalana, que lleva pidiendo que se la escuche mucho tiempo. Han intentado callar a Catalunya por la fuerza, han frenado una reforma constitucional que podría haber arreglado algo de forma repentina... me parece que aquí no contamos para nada ya. Nos sentimos muy defraudados por las actitudes anti-democráticas de algunos, otros que simplemente ignoran el problema como si no existiera y otro señor que no nos ha convocado y es el jefe del estado español... Es extraño que los que intentan arreglar algo acaban desapareciendo del mapa político...


Para acabar diré en representación del Grupo Parlamentario Catalán que no daremos juego al Partido Popular y no votaremos en contra del nombramiento del señor de la Torre; así como tampoco votaremos a favor del nombramiento, simplemente para no obstaculizar la decisión de esta institución española ya que no nos sentimos representados por ninguna de las partes en absoluto, nos abstendremos por la dignidad de la Nació Catalana. Un día más reivindicamos que se excarcele al Govern català, ustedes con sus actos han insultado de gravedad al pueblo catalán, y eso no lo permitiremos.

(Aplausos del GP Català de pie)

César Alarcón escribió:Señorías, el grupo parlamentario socialista apoyará abiertamente al candidato en su investidura y aceptamos su propuesta, con la legitimidad democrática que nos aportan las urnas y el juego democrático, de participar en su gobierno, aparentemente, de coalición con el Partido Popular.