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Comparecencia del Presidente de la Comunidad Foral de Navarra, D. Carlos Prim de la Cierva
Miér 13 Feb 2013 - 14:43
CRISTIAN ORMEÑO SANTAMARÍA
PRESIDENTE DEL PARLAMENTO DE NAVARRA
Señorías, se abre una nueva sesión del Parlamento de Navarra con motivo de la comparecencia del Sr. Presidente de la Comunidad, D. Carlos Prim de la Cierva.
Sr. Presidente, tiene el turno de palabra. Adelante, pues.
Sr. Presidente, tiene el turno de palabra. Adelante, pues.
- Carlos Alcázar
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Re: Comparecencia del Presidente de la Comunidad Foral de Navarra, D. Carlos Prim de la Cierva
Miér 13 Feb 2013 - 23:38
Gracias señor presidente.
Señorías, subo hoy a esta tribuna con gran pesar. Mi pesar no proviene porque tenga que hablar hoy en esta cármara, pues los que me conocen bien saben que yo siempre "hago lo que hay que hacer, cuando se debe hacer, y como hay que hacerlo". No, el gran pesar que me invade viene precisamente no porque tenga que comparecer, sino por el tema por el que tengo que comparecer. Un asunto que se convirtió en doloroso desde el mismo momento en el que la sucesión de los hechos se llevó la vida de un total de diez agentes del orden, policías nacionales y guardias civiles. Así pues, por ser un tema tan espinoso, comenzaré a contarlo todo desde sus orígenes, pues sólo conociendo los orígenes podemos encontrar e interpretar adecuadamente nuestra situación en el desarrollo de los hechos, y con esta situación, hayar la solución.
Como ya todos ustedes sabrán, la llegada de la democracia a España conllevó la creación de un Estado de las autonomías, del que Navarra fue partícipe, como no podía ser de otra manera. Este proceso autonómico que ha experimentado nuestro país ha servido para dotar a las distintas regiones históricas que componen España de órganos propios para realizar una autogestión que armonice mejor las necesidades de cada entidad autonómica al mismo tiempo que fomenta el progreso de España en general. Sin embargo, este proceso ha acarreado con él varios contras, el principal de ellos, el resurgimiento de los nacionalismos, que una vez más han visto en las buenas y libres intenciones de los ciudadanos al constituirse en un Estado autonómico, la oportunidad de corromper la mente de aquellos que no suelen dedicarse al ejercicio de la verdad y promover ideas radicales que complacen ideas maniáticas propias de una educación corrompida por la necesidad y el odio.
En el caso de Navarra, ese nacionalismo ha provenido siempre por parte de la cuestión vasca. Primero fue el Partido Nacionalista Vasco (conocido también por su siglas, PNV), partido político que obvia cualquier razón de ser histórica y política y reivindica para la "raza vasca" territorios que no son enteramente suyos; una idea xenófoba y racista más propia de la mitad pasada de siglo. Durante el proceso constitucional que hubo recientemente en este país, el PNV fue fiel a su deleznable tradición histórica y tras asegurarse de la creación de una entidad política que sirviera a sus propósitos nacionalistas, quiso incluir a Navarra dentro de esa entidad política. Pero los navarros siempre hemos sabido las intenciones de estos indeseables y hemos sabido mantenernos fuera del alcance de esas garras imperialistas, consiguiendo mantener íntegra nuestra autonomía política.
Después del PNV, llegaron los comunistas: el Partico Comunista de España (el PCE de toda la vida) fundó una federación de su propio partido bautizada como Euskal Herriko Komunista (EHK) que se dedicaría a actuar por el PCE nacional en las tres provincias vascongadas y Navarra. Así es, estoy hablando de los comunistas que hoy representan 17 escaños de este Parlamentos. Estos comunistas, con actitudes menos imperialistas que las del PNV, también han querido vincular Navarra a la comunidad vecina a costa de la identidad de Navarra. Pero nuevamente Navarra ha sabido mantenerse firme y defenderse de cualquier tergiversación de su esencia.
Finalmente, la aparición de un nuevo partido conocido como Unión Navarra (UN) puso en tela de juicio una vez más nuestra razón de ser. En esta ocasión, la estrategia a seguir fue la de identificar a Navarra con la, a día de hoy, más ficticia que real raza vasca, intentado confundir así vasquismo y navarrismo, una postura afianzada además por las raíces políticas más primitivas del vasquismo: el carlismo. Así, fue como pacíficamente se presentó este partido a la sociedad: como un partido que luchaba por Dios, por la Patria, por los Fueros, por el Rey y por su identidad "nabarra" con "b". Sin embargo, una vez más, los navarros supimos cómo rechazar a estos demagogos. Y es que los navarros tenemos algo especial, siempre hemos sido navarros pasase lo que pasase; siendo independientes o vinculados políticamente a Castilla y Aragón, siempre hemos conservado nuestros fueros, que son nuestra más significativa señal de identidad... Eso por esto por lo que en esta ocasión, la cúpula de esta formación política, sabiendo a qué se enfrentaba, averiguó pronto que siguiendo la senda que sus dos predecesores habían seguido antes que ella no iban a conseguir gran cosa; y es por eso por lo que decidieron retomar antiguas tradiciones y empezar a sembrar la discorcia y el odio entre la sociedad para que pasado un tiempo floreciera la violencia, el clima de cultivo ideal para desarrollar sus planes nacionalistas.
Este partido, hoy extinto, llevó a cabo este propósito mediante distintos golpes de fuerza, el primero de los cuales aprovechó el pronunciamiento militar del General Armada en el Congreso de los diputados para iniciar una "revolución sin violencia" con la que incitaba a la población a la desobedicencia civil y a la "toma pacífica" de las instituciones políticas navarras como este parlamento, renegando de las autoridades españolas, "que habían dejado a Navarra abandonada a su suerte frente a la amenza golpista". Llamamiento por cuyo fracaso el señor Navarro decidió llevar a cabo técnicas más violentas llevadas, eso sí, con discrección. Fue así cómo comenzó a nacer la violencia, primero mediante una huelga en el sector industrial injustificada que provocó diversos alborotos y luego mediante actos vandálicos que atacaron la sede de mi partido en Pamplona así como la sede del Ejército en Navarra. Actos deleznables pese a los cuales la formación nacionalista no conseguía lo que le interesaba: el poder, razón por la cual decidió continuar su lucha política mediante manifestaciones cada cual más tensa y violenta que la anterior, que culminarían el día 1 de diciembre de 1980, con una gran macromanifestación frente a este mismo parlamento. Mientras, el gobierno que dirijo, averiguando ya las intenciones de estos radicales y curado ya de todo espanto, trató de desligitimar públicamente a este partido y desmontar la demagogia de la que hacían gala, al mismo tiempo que insistía a las autoridades nacionales a vigilar de cerca a estos individúos por lo menos hasta que las competencias correspondientes fuesen transferidas a nuestra Comunidad Foral. Es decir, que desde un principio ya se sabía que este grupo no era trigo limpio.
Se aproximaba el día crítico, el día 1 de diciembre, y las calles de toda Navarra respiraban tranquilidad y rutina. No obstante, curtido estoy ya en diversas batallas, y no me dejo engañar por la calma que precede a la tempestad. Este gobierno era plenamente consciente de las intenciones de ese grupo de desalmados, que como habían hecho en otras ocasiones, perturbarían la paz de nuestra región con puros fines ideológicos y partidistas. Así pues, no me lo pensé dos veces y decidí ponerme en contacto con el presidente del gobierno español, el señor Fabián de la Torre Guerrero, para que, ejerciendo las competencias que todavía tenía el gobierno nacional en su poder, dispusiese de las medidas de seguridad necesarias para solventar cualquier acción violenta. El señor De la Torre, respondió adecuadamente a mi petición ordenando el desplligue de un total de 400 efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil para establecer un perímetro de seguridad alrededor de este edificio, autorizando medidas disuasorias no nocivas para quienes quisieran perturbar el orden público. Y así amaneció Pamplona ese día 1, con un dispositivo de 400 agentes deplegados en torno al Parlamento desde las siete de la mañana.
Pasadas unas horas del dispositivo policial, comenzaron a llegar los primeros militantes de la formación política Unión Navarra, iniciando los preparativos para la concentración frente al Parlamento. Sin embargo, cuando aún estaban en esas labores, dos individúos hicieron estallar sendos artefactos explosivos que llevaban consigo, matándose a ellos mismos y a diez agentes que estaban próximos.
[Prim se queda callado durante unos segundos. Posteriormente traga saliva, y después bebe un poco de agua.]
Las dos explosiones de mediana escala, crearon una gran confusión entre todos los agentes presentes, quienes intentaron socorrer a sus compañeros heridos a la par que trataba de identificar a los homicidas ya muertos. Esta confusión, fue aprovechada por otros 7 individuos para colarse en este Parlamento, atrincherándose así dentro de él. En el exterior, comenzaba a desaparecer el jaleo y volver el orden entre las fuerzas de seguridad; ya no había rastro de los militantes de Unión Navarra, quienes habían huído a todo correr y quienes notificaron finalmente, por medio de su presidente, Íñigo Navarro, que suspendían la manifestación que habían convocado con motivo de los atentados producidos. Todo parecía estar bajo control, sin embargo, uno de los agentes se percató de la retirada de las banderas oficiales del Parlamento, por lo que se sospechó de la estancia de alguien dentro del edificio. Así se confirmó rato más tarde: un grupo de personas se habían colado aquí dentro, desconociéndose el número de atrincherados y los medios de defensa y supervivencia con los que contaban. Inmediatamente, los oficiales al mando, dieron parte a sus superiores, quienes me informaron a mí y al delgado del gobierno en Navarra, por lo que me desplacé inmediatamente al lugar de los hechos, donde me reuní personalmente con el general jefe del dispositivo. Una vez allí mandé que la Policía Foral prestase su colaboración con la Policía Nacional y la Guardia Civil en lo que se le requiriese, e inicié una conversación con el general responsable y el jefe del destacamento correspondiente que duró hasta la madrugada del día 2 de diciembre. Finalizado el estudio de la situación, los allí presentes convenimos que, para evitar más bajas y enfrentamientos innecesarios, lo mejor era hacer una lucha de desgaste, cortando calefacción, luz y agua al edificio, lo que nos serviría para ganar tiempo y averiguar así la fuerza y medios que tenían los asaltantes, que repito una vez más, se desconocían por completo.
Pasados varios días, seguíamos sin tener noticias de los atrincherados, sin embargo, se pudo averiguar mediante vigilancia que eran siete individuos que disponían de armas automáticas, lo que ya daba una idea de cómo poder abordar un posible asalto. Finalmente, el día 10 de diciembre, los atrincherados consiguieron emitir un comunicado (aún no se sabe cómo) en el que se identificaban como Nabarra Estatu Mugimendua, una organización de lucha revolucionaria, esto es, una organización terrorista, que había iniciado una revolución por recuperar la soberanía del pueblo navarro, como si en algún momento los navarros hubiésemos perdido nuestra soberanía, que reside en el conjunto del pueblo español. Este comunicado demostraba el deseo de lucha armada para con las autoridades políticas que representamos y la persistencia en seguir atrincherándos en el Parlamento. Recibido este comunicado y asumiendo que la competencia de iniciar un asalto no me correspondía a mí, sino que correspondía al gobierno nacional, pedí al presidente De la Torre que se hiciera cargo de la situación, para que dispusiera de los medios necesarios y ya sí, poder él dar la orden de intervenir.
Finalmente, las fuerzas del orden entraron en el Parlamento y apresaron a cinco de los siete atrincherados, resultando los otros dos heridos mediante fuego aliado, y no por disparos de los agentes. La detención de estos cinco hombres ha arrojado mucha luz a la investigación iniciada, averiguándose que las nueve personas que planearon todo eran militantes del partido Unión Navarra. Esto, junto a la repentina y sorpresiva disolución del susodicho partido tras la emisión del comunicado hacen que la investigación haya señalado como principales sospechosos a los antiguos dirigentes de Unión Navarra, que sigue siendo investigada en busca de pruebas que puedan demostrar ante un juez su responsabilidad en estos hechos.
[Prim hace una pausa y vuelve a beber agua]
En fin, ni más que decir que la actuación de este gobierno, pese a los que muchos puedan pensar, fue la procedente y la adecuada en todo momento: ni hubo más agentes heridos, ni se invadieron competencias para lograrlo. Este gobierno, y el nacional, actuó siempre conforme a la ley, conforme a la sensatez y conforme al sentido común... puede que de forma excesivamente lenta para muchos, pero sí de forma eficaz, que al fin y al cabo, es lo que importaba.
Pero no es momento ya de hablar de lo que pasó. Ahora debemos centrarnos en qué hacer para que esto no se repita: para que deje de haber maniáticos capas de suicidarse arrastrando con él a agentes del orden, para que nadie pueda atentar así por las buenas en nuestro país y para que nadie vuelva a secuestrar el Parlamento de Navarra, que al fin y constituye las cuerdas vocales de la voz de nuestro pueblo. Para todo esto, la Diputación Foral va a tomar medidas: medidas legislativas, que se centrarán en dotar a Navarra de un cuerpo de Policía Foral capaz de encargarse por sí misma de la seguridad permanente del Parlamento navarro y de investigar a estos grupos vandálicos (porque en realidad, no llegan a ser más que vándalos grandes) cuya acción pueda ser prevesible; medidas de difusión, para concienciar a la clase política y a toda la población que la violencia no lleva a ninguna parte; y medidas judiciales, instando a los a las autoridades correspondientes que juzguen sin vacilación a quienes tanto odio y terror promueven. Asimismo, instaremos al gobierno nacional a que endurezca las penas por ataques políticos de esta índole para evitar así que lo que ha ocurrido en Navarra no vuelva a repetirse en ningún sitio de España.
Muchas gracias.
[Prim baja del estrado y se dirige a su sitio en la cámara. Los diputados del Grupo Parlamentario Popular aplauden y reciben en pie a Prim.]
Señorías, subo hoy a esta tribuna con gran pesar. Mi pesar no proviene porque tenga que hablar hoy en esta cármara, pues los que me conocen bien saben que yo siempre "hago lo que hay que hacer, cuando se debe hacer, y como hay que hacerlo". No, el gran pesar que me invade viene precisamente no porque tenga que comparecer, sino por el tema por el que tengo que comparecer. Un asunto que se convirtió en doloroso desde el mismo momento en el que la sucesión de los hechos se llevó la vida de un total de diez agentes del orden, policías nacionales y guardias civiles. Así pues, por ser un tema tan espinoso, comenzaré a contarlo todo desde sus orígenes, pues sólo conociendo los orígenes podemos encontrar e interpretar adecuadamente nuestra situación en el desarrollo de los hechos, y con esta situación, hayar la solución.
Como ya todos ustedes sabrán, la llegada de la democracia a España conllevó la creación de un Estado de las autonomías, del que Navarra fue partícipe, como no podía ser de otra manera. Este proceso autonómico que ha experimentado nuestro país ha servido para dotar a las distintas regiones históricas que componen España de órganos propios para realizar una autogestión que armonice mejor las necesidades de cada entidad autonómica al mismo tiempo que fomenta el progreso de España en general. Sin embargo, este proceso ha acarreado con él varios contras, el principal de ellos, el resurgimiento de los nacionalismos, que una vez más han visto en las buenas y libres intenciones de los ciudadanos al constituirse en un Estado autonómico, la oportunidad de corromper la mente de aquellos que no suelen dedicarse al ejercicio de la verdad y promover ideas radicales que complacen ideas maniáticas propias de una educación corrompida por la necesidad y el odio.
En el caso de Navarra, ese nacionalismo ha provenido siempre por parte de la cuestión vasca. Primero fue el Partido Nacionalista Vasco (conocido también por su siglas, PNV), partido político que obvia cualquier razón de ser histórica y política y reivindica para la "raza vasca" territorios que no son enteramente suyos; una idea xenófoba y racista más propia de la mitad pasada de siglo. Durante el proceso constitucional que hubo recientemente en este país, el PNV fue fiel a su deleznable tradición histórica y tras asegurarse de la creación de una entidad política que sirviera a sus propósitos nacionalistas, quiso incluir a Navarra dentro de esa entidad política. Pero los navarros siempre hemos sabido las intenciones de estos indeseables y hemos sabido mantenernos fuera del alcance de esas garras imperialistas, consiguiendo mantener íntegra nuestra autonomía política.
Después del PNV, llegaron los comunistas: el Partico Comunista de España (el PCE de toda la vida) fundó una federación de su propio partido bautizada como Euskal Herriko Komunista (EHK) que se dedicaría a actuar por el PCE nacional en las tres provincias vascongadas y Navarra. Así es, estoy hablando de los comunistas que hoy representan 17 escaños de este Parlamentos. Estos comunistas, con actitudes menos imperialistas que las del PNV, también han querido vincular Navarra a la comunidad vecina a costa de la identidad de Navarra. Pero nuevamente Navarra ha sabido mantenerse firme y defenderse de cualquier tergiversación de su esencia.
Finalmente, la aparición de un nuevo partido conocido como Unión Navarra (UN) puso en tela de juicio una vez más nuestra razón de ser. En esta ocasión, la estrategia a seguir fue la de identificar a Navarra con la, a día de hoy, más ficticia que real raza vasca, intentado confundir así vasquismo y navarrismo, una postura afianzada además por las raíces políticas más primitivas del vasquismo: el carlismo. Así, fue como pacíficamente se presentó este partido a la sociedad: como un partido que luchaba por Dios, por la Patria, por los Fueros, por el Rey y por su identidad "nabarra" con "b". Sin embargo, una vez más, los navarros supimos cómo rechazar a estos demagogos. Y es que los navarros tenemos algo especial, siempre hemos sido navarros pasase lo que pasase; siendo independientes o vinculados políticamente a Castilla y Aragón, siempre hemos conservado nuestros fueros, que son nuestra más significativa señal de identidad... Eso por esto por lo que en esta ocasión, la cúpula de esta formación política, sabiendo a qué se enfrentaba, averiguó pronto que siguiendo la senda que sus dos predecesores habían seguido antes que ella no iban a conseguir gran cosa; y es por eso por lo que decidieron retomar antiguas tradiciones y empezar a sembrar la discorcia y el odio entre la sociedad para que pasado un tiempo floreciera la violencia, el clima de cultivo ideal para desarrollar sus planes nacionalistas.
Este partido, hoy extinto, llevó a cabo este propósito mediante distintos golpes de fuerza, el primero de los cuales aprovechó el pronunciamiento militar del General Armada en el Congreso de los diputados para iniciar una "revolución sin violencia" con la que incitaba a la población a la desobedicencia civil y a la "toma pacífica" de las instituciones políticas navarras como este parlamento, renegando de las autoridades españolas, "que habían dejado a Navarra abandonada a su suerte frente a la amenza golpista". Llamamiento por cuyo fracaso el señor Navarro decidió llevar a cabo técnicas más violentas llevadas, eso sí, con discrección. Fue así cómo comenzó a nacer la violencia, primero mediante una huelga en el sector industrial injustificada que provocó diversos alborotos y luego mediante actos vandálicos que atacaron la sede de mi partido en Pamplona así como la sede del Ejército en Navarra. Actos deleznables pese a los cuales la formación nacionalista no conseguía lo que le interesaba: el poder, razón por la cual decidió continuar su lucha política mediante manifestaciones cada cual más tensa y violenta que la anterior, que culminarían el día 1 de diciembre de 1980, con una gran macromanifestación frente a este mismo parlamento. Mientras, el gobierno que dirijo, averiguando ya las intenciones de estos radicales y curado ya de todo espanto, trató de desligitimar públicamente a este partido y desmontar la demagogia de la que hacían gala, al mismo tiempo que insistía a las autoridades nacionales a vigilar de cerca a estos individúos por lo menos hasta que las competencias correspondientes fuesen transferidas a nuestra Comunidad Foral. Es decir, que desde un principio ya se sabía que este grupo no era trigo limpio.
Se aproximaba el día crítico, el día 1 de diciembre, y las calles de toda Navarra respiraban tranquilidad y rutina. No obstante, curtido estoy ya en diversas batallas, y no me dejo engañar por la calma que precede a la tempestad. Este gobierno era plenamente consciente de las intenciones de ese grupo de desalmados, que como habían hecho en otras ocasiones, perturbarían la paz de nuestra región con puros fines ideológicos y partidistas. Así pues, no me lo pensé dos veces y decidí ponerme en contacto con el presidente del gobierno español, el señor Fabián de la Torre Guerrero, para que, ejerciendo las competencias que todavía tenía el gobierno nacional en su poder, dispusiese de las medidas de seguridad necesarias para solventar cualquier acción violenta. El señor De la Torre, respondió adecuadamente a mi petición ordenando el desplligue de un total de 400 efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil para establecer un perímetro de seguridad alrededor de este edificio, autorizando medidas disuasorias no nocivas para quienes quisieran perturbar el orden público. Y así amaneció Pamplona ese día 1, con un dispositivo de 400 agentes deplegados en torno al Parlamento desde las siete de la mañana.
Pasadas unas horas del dispositivo policial, comenzaron a llegar los primeros militantes de la formación política Unión Navarra, iniciando los preparativos para la concentración frente al Parlamento. Sin embargo, cuando aún estaban en esas labores, dos individúos hicieron estallar sendos artefactos explosivos que llevaban consigo, matándose a ellos mismos y a diez agentes que estaban próximos.
[Prim se queda callado durante unos segundos. Posteriormente traga saliva, y después bebe un poco de agua.]
Las dos explosiones de mediana escala, crearon una gran confusión entre todos los agentes presentes, quienes intentaron socorrer a sus compañeros heridos a la par que trataba de identificar a los homicidas ya muertos. Esta confusión, fue aprovechada por otros 7 individuos para colarse en este Parlamento, atrincherándose así dentro de él. En el exterior, comenzaba a desaparecer el jaleo y volver el orden entre las fuerzas de seguridad; ya no había rastro de los militantes de Unión Navarra, quienes habían huído a todo correr y quienes notificaron finalmente, por medio de su presidente, Íñigo Navarro, que suspendían la manifestación que habían convocado con motivo de los atentados producidos. Todo parecía estar bajo control, sin embargo, uno de los agentes se percató de la retirada de las banderas oficiales del Parlamento, por lo que se sospechó de la estancia de alguien dentro del edificio. Así se confirmó rato más tarde: un grupo de personas se habían colado aquí dentro, desconociéndose el número de atrincherados y los medios de defensa y supervivencia con los que contaban. Inmediatamente, los oficiales al mando, dieron parte a sus superiores, quienes me informaron a mí y al delgado del gobierno en Navarra, por lo que me desplacé inmediatamente al lugar de los hechos, donde me reuní personalmente con el general jefe del dispositivo. Una vez allí mandé que la Policía Foral prestase su colaboración con la Policía Nacional y la Guardia Civil en lo que se le requiriese, e inicié una conversación con el general responsable y el jefe del destacamento correspondiente que duró hasta la madrugada del día 2 de diciembre. Finalizado el estudio de la situación, los allí presentes convenimos que, para evitar más bajas y enfrentamientos innecesarios, lo mejor era hacer una lucha de desgaste, cortando calefacción, luz y agua al edificio, lo que nos serviría para ganar tiempo y averiguar así la fuerza y medios que tenían los asaltantes, que repito una vez más, se desconocían por completo.
Pasados varios días, seguíamos sin tener noticias de los atrincherados, sin embargo, se pudo averiguar mediante vigilancia que eran siete individuos que disponían de armas automáticas, lo que ya daba una idea de cómo poder abordar un posible asalto. Finalmente, el día 10 de diciembre, los atrincherados consiguieron emitir un comunicado (aún no se sabe cómo) en el que se identificaban como Nabarra Estatu Mugimendua, una organización de lucha revolucionaria, esto es, una organización terrorista, que había iniciado una revolución por recuperar la soberanía del pueblo navarro, como si en algún momento los navarros hubiésemos perdido nuestra soberanía, que reside en el conjunto del pueblo español. Este comunicado demostraba el deseo de lucha armada para con las autoridades políticas que representamos y la persistencia en seguir atrincherándos en el Parlamento. Recibido este comunicado y asumiendo que la competencia de iniciar un asalto no me correspondía a mí, sino que correspondía al gobierno nacional, pedí al presidente De la Torre que se hiciera cargo de la situación, para que dispusiera de los medios necesarios y ya sí, poder él dar la orden de intervenir.
Finalmente, las fuerzas del orden entraron en el Parlamento y apresaron a cinco de los siete atrincherados, resultando los otros dos heridos mediante fuego aliado, y no por disparos de los agentes. La detención de estos cinco hombres ha arrojado mucha luz a la investigación iniciada, averiguándose que las nueve personas que planearon todo eran militantes del partido Unión Navarra. Esto, junto a la repentina y sorpresiva disolución del susodicho partido tras la emisión del comunicado hacen que la investigación haya señalado como principales sospechosos a los antiguos dirigentes de Unión Navarra, que sigue siendo investigada en busca de pruebas que puedan demostrar ante un juez su responsabilidad en estos hechos.
[Prim hace una pausa y vuelve a beber agua]
En fin, ni más que decir que la actuación de este gobierno, pese a los que muchos puedan pensar, fue la procedente y la adecuada en todo momento: ni hubo más agentes heridos, ni se invadieron competencias para lograrlo. Este gobierno, y el nacional, actuó siempre conforme a la ley, conforme a la sensatez y conforme al sentido común... puede que de forma excesivamente lenta para muchos, pero sí de forma eficaz, que al fin y al cabo, es lo que importaba.
Pero no es momento ya de hablar de lo que pasó. Ahora debemos centrarnos en qué hacer para que esto no se repita: para que deje de haber maniáticos capas de suicidarse arrastrando con él a agentes del orden, para que nadie pueda atentar así por las buenas en nuestro país y para que nadie vuelva a secuestrar el Parlamento de Navarra, que al fin y constituye las cuerdas vocales de la voz de nuestro pueblo. Para todo esto, la Diputación Foral va a tomar medidas: medidas legislativas, que se centrarán en dotar a Navarra de un cuerpo de Policía Foral capaz de encargarse por sí misma de la seguridad permanente del Parlamento navarro y de investigar a estos grupos vandálicos (porque en realidad, no llegan a ser más que vándalos grandes) cuya acción pueda ser prevesible; medidas de difusión, para concienciar a la clase política y a toda la población que la violencia no lleva a ninguna parte; y medidas judiciales, instando a los a las autoridades correspondientes que juzguen sin vacilación a quienes tanto odio y terror promueven. Asimismo, instaremos al gobierno nacional a que endurezca las penas por ataques políticos de esta índole para evitar así que lo que ha ocurrido en Navarra no vuelva a repetirse en ningún sitio de España.
Muchas gracias.
[Prim baja del estrado y se dirige a su sitio en la cámara. Los diputados del Grupo Parlamentario Popular aplauden y reciben en pie a Prim.]
- Carlos Alcázar
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Re: Comparecencia del Presidente de la Comunidad Foral de Navarra, D. Carlos Prim de la Cierva
Miér 13 Feb 2013 - 23:41
CRISTIAN ORMEÑO SANTAMARÍA
PRESIDENTE DEL PARLAMENTO DE NAVARRA
Gracias señor Prim.
Es el turno de los distintos grupos parlamentarios. Vayan tomando la palabra en orden, si son tan amables.
- Carlos Vara
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Re: Comparecencia del Presidente de la Comunidad Foral de Navarra, D. Carlos Prim de la Cierva
Vie 15 Feb 2013 - 14:32
Yolanda Yuste, portavoz del GPS de Navarra:
Señor Presidente, desde mí grupo solicitamos que sea flexible con el tiempo, ya que el tema que nos atañe es muy importante. Gracias.
Señor Presidente, desde mí grupo solicitamos que sea flexible con el tiempo, ya que el tema que nos atañe es muy importante. Gracias.
- Carlos Alcázar
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Re: Comparecencia del Presidente de la Comunidad Foral de Navarra, D. Carlos Prim de la Cierva
Dom 17 Feb 2013 - 12:56
CRISTIAN ORMEÑO SANTAMARÍA
PRESIDENTE DEL PARLAMENTO DE NAVARRA
Muy bien señora Yuste, se concede una prórroga de 48 horas.
- Carlos Alcázar
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Re: Comparecencia del Presidente de la Comunidad Foral de Navarra, D. Carlos Prim de la Cierva
Jue 21 Feb 2013 - 11:19
CRISTIAN ORMEÑO SANTAMARÍA
PRESIDENTE DEL PARLAMENTO DE NAVARRA
Bien, señorías, finaliza el tiempo de debate.
A la vista de que ningún grupo parlamentario ha replicado al señor presidente, sólo me queda felicitar al señor Prim por su magnífica exposición.
Gracias a todos. Se levanta la sesión.
[La bancada popular se pone en pie y aplaude durante un rato al presidente Prim].
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- Diputación Foral de Navarra - Comparece por última vez el presidente Carlos Prim de la Cierva
- Discurso de Carlos Prim (Presidente de la Comunidad Foral de Navarra) a los navarros en relación con los últimos sucesos acaecidos en la región (retransmitido por Radio Nacional de España – Dirección Navarra)
- Real Decreto 17/1982, de 2 de julio, por el que se dispone el cese de don Carlos Prim de la Cierva como Presidente del Gobierno de Navarra
- Real Decreto 19/1982, de 26 de julio, por el que se declara luto oficial con motivo del fallecimiento del ex Presidente del Gobierno de Navarra Carlos Prim de la Cierva
- Atocha 14: Comparece el presidente de Navarra, Carlos Prim
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