Diputación Foral de Navarra - Comparece por última vez el presidente Carlos Prim de la Cierva

Buenos días a todos. Comparezco hoy aquí ante todos ustedes para comunicarles en persona las últimas novedades referentes a la Comunidad Foral de Navarra.

La primera de ellas es que, tal y como estaba previsto, se ha producido la desintervención de nuestra Comunidad Foral por parte del gobierno nacional. La situación de descontrol y de peligrosidad social que tiempo atrás sacudió Navarra se ha estabilizado gracias a esta intervención que durante este tiempo ha estado velando, junto al apoyo incondicional de mi gobierno, por los intereses de nuestra tierra y sus habitantes. El propio Delegado del gobierno en Navarra, el teniente general Gutiérrez Mellado, ha cesado en su cargo provocando la desaparición de dicho empleo, no sin antes haberse despedido de mí. Agradezco personalmente al gobierno central su labor y predisposición de ayuda en todo momento frente a los hechos que nos han acontecido: el ejecutivo de Fabián de la Torre ha cumplido con creces sus obligaciones y ha salvaguardado con completa eficacia el bien de Navarra y de España entera.

La segunda es que, también como se tenía previsto, la Diputación Foral, una vez recuperadas sus competencias, ha procedido a convocar elecciones, en aras de normalizar la situación política y democrática de nuestra tierra. Esta convocatoria de elecciones es pues, a ojos del ejecutivo navarro, crucial para el futuro de nuestra Comunidad Foral. En esta corta legislatura ha quedado patente que Navarra no necesita un gobierno normal y corriente como lo era el mío; Navarra padece muchos problemas políticos, padece de envenenamiento provocado por el nacionalismo y el radicalismo más violento que se han dejado ver durante todo este tiempo en diferentes formas y bajo diferentes nombres, y que ha tratado de conseguir con su instrumento base, la fuerza, lo que no puede conseguir mediante el diálogo: doblegar la voluntad española e irrevocable de los navarros... Sin embargo, y a pesar de esta gran novedad, Navarra necesita también continuar con su adaptación a la realidad autonómica de España, es decir, necesita desarrollar su sistema educativo foral, su red de carreteras, una asentada financiación… en definitiva, necesita desarrollar todas aquellas cosas que estaban en nuestro programa electoral pero que por infortunios del destino no hemos podido llegar a desarrollar. Es por ello por lo que nuestra región precisa un gobierno fuertemente hábil, capaz de afrontar ambas facetas de nuestro futuro y de conseguir la paz y la normalización que Navarra necesita. La ciudadanía, tiene pues derecho a escoger la forma en la que quiere afrontar esta nueva etapa de su historia, un camino que (y yo doy fe de ello) no es fácil, pero que no me cabe la menor duda de que Navarra terminará ganando.

Por último, quiero anunciar que junto a la convocatoria de nuevas elecciones (estas elecciones tan cruciales de las que acabo de hablar), he presentado mi dimisión con efecto inmediato como presidente de la Comunidad Foral de Navarra. Desde ahora hasta la proclamación del nuevo presidente que salga en las urnas, la hasta ahora vicepresidenta Alejandra Barcino asumirá la presidencia en funciones. Mi dimisión responde primeramente a causas personales que me hacen pensar que no estoy en condiciones óptimas o que no soy la persona más indicada para continuar por más tiempo al frente de la Diputación Foral. Los que conocen mi faceta íntima saben que la desgracia se ha hecho un importante hueco en mi familia, lo que conlleva una responsabilidad que, como hijo, no puedo eludir y sobre la que no voy a entrar en detalles. Esto, mezclado con las malas experiencias profesionales de esta legislatura y que junto a los problemas familiares ya citados he tenido que afrontar simultáneamente, me ha llevado a tomar la responsable decisión de dejar a alguien más fuerte en mi lugar. Decisión que llevaba gestando desde hacía tiempo y que poco antes de la intervención de la Comunidad Foral había decidido tomar, pero que no he hecho oficial hasta hoy por lealtad institucional al gobierno de España y por mi deber de responsabilidad con la ciudadanía navarra, a la cual no quería abandonar hasta garantizar un camino de normalización política como el que se nos presenta ahora. Este camino no ha sido fácil; desde el mismo instante en que ETA me amenazó por el simple hecho de obedecer la voluntad de la ciudadanía, supe que las cosas iban a tomar un rumbo difícil en nuestra región. Sin embargo, gracias a mis sobreesfuerzos, silenciosos y poco mediáticos pero siempre presentes, y a la ayuda que todos los españoles nos ejercemos entre sí, hemos sabido paliar el temporal y salir adelante.

Tras de mí, dejo a un equipo espléndido, curtido en batallas y que sabrá hacer frente al futuro. Este equipo que tanto dentro como fuera del gobierno me ha acompañado, reune unas facultades sublimes para afrontar ese futuro del que he hablado antes. Créanme cuando les doy mi palabra de que tienen una magnífica experiencia y un magnífico proyecto que llevar a cabo para Navarra en tal futuro y que, pese a las circunstancias, se ha seguido desarrollando y perfeccionando sobre el papel. Me marcho pues de este gobierno con la conciencia tranquila de haber hecho todo cuanto estaba en mi mano para cumplir con las obligaciones que se me encomendaron, con las manos limpias, y con la tranquilidad de saber que quienes dejo detrás, prometen.

Muchas gracias.