Conferencia de Arnau Capdevila (IC) en Barcelona

Conferencia de Arnau Capdevila en Barcelona: Buscar a Dios no en el espiritualismo sino en el Espíritu. Manifiesto contra un cristianismo espiritualista. Arnau Capdevila es Secretario de Participación de Izquierda Cristiana.:

Gracias a todos por venir. Quiero hacer una pequeña reflexión tras la que podemos tal vez mantener un pequeño debate. Estoy aquí para reivindicar el cristianismo comprometido, el que practican nuestros hermanos en América Latina, donde la opresión es tan evidente, donde se hace tan difícil cantar himnos de alabanza. Éste es un Manifiesto contra un cristianismo espiritualista y una llamada a todos a involucrarnos, a tomar conciencia, a tomar partido.

Recordemos las palabras de Visser Thooft en la Asamblea Mundial de las Iglesias en el ’68: “UN CRISTIANISMO QUE HAYA PERDIDO SU DIMENSIÓN VERTICAL SE HABRÁ PERDIDO A SI MISMO. PERO UN CRISTIANISMO QUE UTILICE LAS PREOCUPACIONES VERTICALES COMO MEDIO PARA REHUIR RESPONSABILIDADES ANTE LOS HOMBRES, NO SERÁ NI MÁS NI MENOS QUE UNA NEGATIVA DE LA ENCARNACIÓN... ES HORA DE COMPRENDER QUE TODO MIEMBRO DE LA IGLESIA QUE REHUYA EN LA PRÁCTICA TENER UNA RESPONSABILIDAD ANTE LOS POBRES, ES TAN CULPABLE DE HEREJÍA COMO EL QUE RECHAZA UNA DE LAS VERDADES DE LA FE.

La identidad cristiana se ve seriamente amenazada si, ante el desafío de la secularidad moderna, se reacciona sólo con intentos de «retorno a lo sagrado». Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué es lo realmente sagrado en una óptica cristiana. Y la respuesta no ofrece demasiadas dudas: para el Dios que nos ha manifestado Su Solidaridad con los hombres -singularmente con los débiles y marginados- hasta dar su Vida por ellos, son más sagrados esos hombres que todos los actos religiosos, y que todos los tiempos de oración o los lugares, ceremonias y utensilios de culto.

No insinuamos con esto que la oración y adoración, el culto y la celebración no hayan de tener su lugar, necesario e imprescindible, en la vida de fe individual y comunitaria: los hombres hemos de vivir nuestra fe con formas exteriores, alimentarla, expresarla, comunicarla y celebrarla con gozo y devoción ante Dios y en comunión con los hermanos. Pero ha de ser una fe en el único Dios auténtico, que le reconozca como lo que es y le honre como Él quiere ser honrado: como Señor de todo y Padre de todos, en la vivencia práctica de la filiación en la fraternidad.

Los cristianos, por tanto, sólo creemos efectivamente en el único Dios, Padre de Jesucristo y Padre nuestro, en la medida en que nos comportemos como hermanos. Este es el criterio único para discernir si nuestros actos de adoración y culto nos «religan» realmente al Dios verdadero, o no son más que evasión alienante, opio religioso de dioses ilusorios con el que nos drogamos autosatisfechos. Hermanos, hay gente que cree que los marxistas no pueden tener Fe, o que quien tiene Fe no puede ser marxista. Yo os digo que o bien se equivocan o bien nos engañan. Creer es asumir la responsabilidad que Dios nos ha confiado, de hacer de este mundo nuestro concreto un mundo en el que Dios sea efectivamente reconocido como Padre de todos, en nuestro comportamiento de hermanos. Recordad las palabras de Hechos de Apóstoles. ¡Mirad cómo se quieren los cristianos unos a otros! Nadie pasa necesidades, pues el que posee tierras o bienes de valor los vende y pone las ganancias a disposición de la comunidad. Recordad el mandamiento último de Jesucristo, que nos amemos lo unos a los otros.

Aquí se puede percibir la parte de verdad que hay en la afirmación de la secularidad, y que es cristianamente irrenunciable: que nuestra relación de hombres libres y responsables para con Dios, se juega en el terreno de este mundo, en la tarea de dar a nuestra existencia mundana el sentido que Dios-Padre quiere que tenga, en el esfuerzo para que venga su Reino y se cumpla Su Voluntad en la tierra como en el cielo. De otra suerte, olvidaríamos la decisiva afirmación paulina de que la fe se hace efectiva en la caridad, y podría sucedernos que oyéramos de Dios lo mismo que reprochaba por el profeta: «No sigáis trayéndome oblaciones vanas, que el humo de vuestro incienso me resulta detestable... Aprended a hacer el bien, buscad la justicia, dad sus derechos al oprimido”.

Quienes nos enfrentan a los partidos obreros nos temen. Temen que los cristianos tengamos auténtica conciencia de clase. El marxismo no se opone a la Fe, el marxismo defiende la lucha social y por tanto se opone a quienes escudándose en la Fe se olvidan del mundo. Como si no tuviéramos, precisamente por ser cristianos, la misión de construir el Reino de Dios. La autenticidad de nuestra fe se juega en el terreno mundano, temporal y secular de la construcción de una convivencia fraterna.

El Reino de Dios no se reduce a votar a los progresistas o apoyar a Izquierda Cristiana, el cristianismo no es una estrategia sociopolítica, pero no puede haber cristianismo auténtico y sincero sin compromiso cívico.

Y por eso también dejó escrito S. Agustín: «”que nadie venga diciendo que si no ama a su hermano ofende sólo a un hombre... pero que contra Dios no quiere pecar. Pues ¿cómo no vas a pecar contra Dios cuando pecas contra el amor». Esa densidad trascendente del amor es el mismo «peso inmenso de gloria eterna» al que aludía San Pablo.

En conclusión pues debemos afirmar que, si el cristianismo no es compatible con el reduccionismo temporalista de un secularismo a ultranza, tampoco lo es -y menos aún- con la evasión espiritualista que busca refugio en un «”sagrado” trascendente. Menos que nadie puede un cristiano ignorar aquellas palabras de un antiguo profeta de Israel: «”Lo que debes hacer, oh hombre, y lo que el Señor reclama de tí, es tan sólo que practiques la justicia, que ames de verdad y con ternura, y que camines humilde con tu Dios».

No se puede caminar debidamente con Dios si no es practicando la justicia y amando de
verdad y con ternura. Mientras que si alguien, por la Gracia de Dios, logra practicar la justicia y amar de verdad, con misericordia, ése tal ya está caminando con Dios, incluso aunque quizás no lo sepa: Porque «todo el que ama conoce a Dios y es de Dios».

Hermanos, el cielo estará seguramente lleno de ateos que son de Dios y que conocen a Dios mejor que muchos de nosotros, cristianos viejos que no siempre sabemos estar en la trinchera en la que encontraríamos a Jesús de Nazaret.

Al margen de creencias personales quiero mostrar, como dirigente de la Federación Socialista Madrileña, mi eterno agradecimiento a aquellos párrocos que han trabajado incansablemente por los más necesitados en las zonas más difíciles de Madrid como El Pozo, Vallecas o Villaverde.

En mi nombre, la Iglésia tiene cosas muy buenas, pero muchas veces se aparta demasiado de su camino.

Sigo diciendo que Izquierda Cristiana y Falange , tienen muchos valores e ideas comunes.

Arnau Capdevila (Secretario de Participación de IC):

Quienes hacen el bien, buscan la justicia, y dan sus derechos al oprimido son cristianos en lo esencial. Quienes se dicen cristianos y son incapaces de vivir comprometidos con la construcción del Reino en verdad no lo son. Yo no soy nadie para dar licencias de buen cristiano, pero me atrevo a repetir las palabras de Jesús, las de sus Apóstoles y la de los Santos que nos han precedido.

La Iglesia, necesariamente pecadora, está llena de fariseos de la peor calaña, más abundantes cuanto uno más escala en la jerarquía.

Ojalá la falange tenga valores postivos de algún tipo, la trayectoria histórica del falangismo hace que lo ponga en cuestión.