Novenario por el matrimonio (continuación)

FDP: Continúo aquí la publicación de los sermones correspondientes al novenario por el matrimonio. En el hilo correspondiente de Movimiento se pueden consultar los anteriores sermones.

V. Sermón sobre el matrimonio como sacerdocio pronunciado por Ovidio Alemany, obispo de Solsona en la Iglesia de la Santa Duda de Iborra, Lérida, durante la misa en honor a San José de Nazaret, parte del novenario dedicado a los santos patronos del matrimonio.

Una de los grandes avances entre la verdadera fé y las otras religiones es que en éstas, el fiel necesita siempre de la intermediación de un hombre, el sacerdote, para comunicarse con la divinidad, en tanto que todos los bautizados somos sacerdotes de Dios, y tenemos a Cristo como Sumo Sacerdote místico, perfecto y eterno. Entre una y otra clase de sacerdocio estamos los clérigos, es cierto; pero ello no obsta a la vocación sacerdotal de todo fiel. Somos sacerdotes del Señor cuando lucramos indulgencias por otros, o cuando hacemos actos de caridad, o cuando bautizamos al que está en peligro de muerte.

Pues bien, uno de los carismas que nos impone el sacramento del matrimonio es una peculiar vocación sacerdotal. Los esposos están llamados a fundar y erigir una familia cristiana, de la que ellos son los sacerdotes. Padre y madre enseñan, santifican y rigen su familia, lo mismo que un obispo pastorea el pueblo que se le encomienda. Padre y madre enseñan a la prole los preceptos de la fé y la moral cristianas; santifican la casa y los actos del día a día rezando y con otros ritos piadosos; y rigen las vidas de sus hijos y el patrimonio familiar. Y ejercen estas facultades por derecho propio concedido por Dios.

Si los esposos ejercen en su familia un sacerdocio ordenado por el Señor, divorciándose rompen ese vínculo sacerdotal. No os divorciéis.

Mañana, desde la Iglesia Concatedral de Santiago de Vigo, la COPE les dará parte de la ceremonia practicada por Bartolomé Rigueira, obispo de dicha sede.

VI. Sermón sobre la educación católica pronunciado por Bartolomé Rigueira, obispo de Tuy-Vigo en la Concatedral de Santiago de Vigo, Pontevedra, durante la misa en honor a San Alejo, parte del novenario dedicado a los santos patronos del matrimonio.

Todos nos hemos preguntado alguna vez: ¿cómo ha de educarse a un hijo? En esto, como en muchas otras cosas de la vida, cada maestrillo tiene su librillo. La prueba está en que cada prole presenta unos caracteres distintos. Así y todo, la Iglesia ha dado ya algunos consejos sobre estos temas. Los doctores de la Iglesia nos han dicho multitud de veces que la a nuestra prole debemos darle una educación católica.

¿Y qué será una educación católica? Pues una educación destinada a servir al Señor. Pero hijos míos, al Señor se le debe servir en todo tiempo y lugar. Por ello, la educación católica es una educación moral sobre lo que Dios permite y lo que no. Desde luego, también se ha de educar en los preceptos de la fé; en otro caso, falta una vía para comunicarse con Cristo. Y no debemos de olvidarnos de educar en la caridad y en el trabajo honrado: la práctica de estas dos virtudes es la mejor oración que podemos pronunciar.

Ni que decir tiene que los encargados de la educación de los hijos son el padre y la madre. Padre y madre que han de enseñar con la palabra, cierto; pero sobre todo con el ejemplo. Es por eso que han de conformar el núcleo de una virtuosa familia cristiana. Evidentemente, el divorcio impide esta educación por el ejemplo, pues rompe la unidad cristiana de familia. Yo os digo: no os divorciéis.

La COPE les retransmitirá mañana la misa que el Arzobispo de Barcelona, Excmo. y Rvmo. sr. don Luis Gispert, celebrará en la Iglesia de Santa María del Mar.

VII. Sermón sobre los problemas maritales pronunciado por Luis Gispert, arzobispo de Barcelona en la Iglesia de Santa María del Mar, Barcelona, durante la misa en honor a San Antonio de Padua, parte del novenario dedicado a los santos patronos del matrimonio.

Hermanos, está escrito que esta vida es un valle de lágrimas. La vida matrimonial no es una excepción a esta regla. Todos los casados sabéis que convivir en igualdad con otra persona no es sencillo, y que a menudo no podemos evitar enfadarnos el uno con el otro. Y lo más habitual es que ese conflicto se solucione por amor del uno hacia el otro, mediante una negociación y un pacto. Así es como deben resolverse todos los conflictos entre las personas, en verdad.

De todos modos, quiero llamar vuestra atención sobre el fenómeno de los problemas maritales. Hay muchas cosas que pueden motivar un problema marital. ¿Cuántos esposos no se habrán enfadado por haber decidido asuntos sin consultarse? Otro motivo corriente son los defectos del otro, que pueden llegar a resultar insoportables.

Sea como sea, los esposos están llamados, en virtud de su carisma sacramental, a superar la tentación de la ira en unión y confianza y por medio del genuino amor conyugal. No obstante, somos seres de carne, y cuando las diferencias entre marido y mujer son grandes, es difícil contener un distanciamiento, una relajación de la confianza mutua. Esos son tiempos de reflexión y de oración, para lograr encontrar la forma de amarse y de continuar por el sendero común con fuerzas renovadas.

Lo que no está permitido es abandonar el barco. Eso sería traicionar el carisma impuesto por Dios al matrimonio. Divorciarse es apartarse del Señor.

El Cardenal Narciso Jubany, arzobispo emérito de Barcelona, celebrará misa mañana en el Santuario de la Virgen de Nuria, en Gerona. La COPE estará allí para contárselo, de nuevo.

VIII. Sermón sobre el matrimonio civil pronunciado por Narciso cardenal Jubany, arzobispo emérito de Barcelona, en el Santuario de la Virgen de Nuria, Gerona, durante la misa en honor a Santa Catalina de Siena, parte del novenario dedicado a los santos patronos del matrimonio.

Como sabéis, hermanos, la ley civil, lo mismo que la ley canónica, conoce hoy el matrimonio. Así es que quien contrae matrimonio canónico contrae al mismo tiempo matrimonio civil. Sin embargo, el matrimonio civil no presenta las mismas características que el matrimonio canónico: el civil es un simple “negocio jurídico”, mientras que el canónico es un verdadero sacramento, como no nos cansamos de repetir. Esto quiere decir, hermanos, que el matrimonio civil se limita a prefigurar un régimen de derechos y obligaciones entre los cónyuges. Pero el matrimonio canónico es un vínculo místico impuesto por Dios a los cónyuges, que han oído su llamada a fundar una familia por medio del amor. La diferencia es notable.

Por eso es que los religiosos decimos que el matrimonio canónico crea una unión verdadera y principal, mientras que el matrimonio civil crea una unión virtual y accesoria. No quiero con esto haceros pensar que el matrimonio civil es inútil. Al revés, el matrimonio civil es muy útil, pero como algo accesorio del matrimonio canónico. Y en esta vida lo accesorio sigue a lo principal. De modo que el matrimonio civil ha de seguir la suerte del canónico: debería nacer y disolverse al mismo tiempo que el matrimonio canónico.

Al admitir el divorcio, se está dando autonomía y sustantividad propia al matrimonio civil, lo que carece de todo fundamento, como he dicho. No os divorciéis, porque sólo disolveréis la unión virtual, no la verdadera unión, la divina.

Mañana, la COPE les llevará a la Iglesia de Santa Tecla, en Tarragona, para escuchar la liturgia que oficiará el Cardenal Valcárcel, arzobispo de esa ciudad y primado de las Españas.

FDP: Y con ello concluiré el novenario, de modo que pido a la Administración que vaya preparando los datos solicitados.

IX. Sermón sobre la enseñanza del amor pronunciado por Timoteo Valcárcel, arzobispo de Tarragona y primado de las Españas en la Iglesia de Santa Tecla, Tarragona, durante la misa en honor a Santa Rita de Casia, parte del novenario dedicado a los santos patronos del matrimonio.

Cristo nos dijo: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Todos sabemos que éste es la principal y más elemental regla de conducta del cristiano, y así lo predica la Iglesia sin descanso. El cumplimiento de este mandato divino se torna, sin embargo, más difícil de lo que en principio pareciera. La convivencia diaria nos pone a menudo en situaciones incómodas. Padecemos constantemente conductas inapropiadas, irrespetuosas o invasivas, o que nosotros pensamos que lo son. Es difícil, pues, impedir que en uno surja odio o ira. Tanto más en aquellos casos en que los hombres nos agreden gravemente, como es el caso de las guerras. Amar al prójimo como a uno mismo es, en suma, una tarea que exige disciplina y generosidad de espíritu. Exige, en definitiva, una enseñanza.

Es tarea fundamental de los padres enseñar a sus hijos el mandamiento del amor y las dificultades de su puesta en práctica, e inculcarles la disciplina y generosidad de espíritu necesarias para ello. Esta tarea es una parte principal de la función educativa de los padres. Por medio de los votos matrimoniales, los esposos se comprometen ante Dios y su Iglesia a educar adecuadamente a la familia que fundan.

Los padres se convierten en sacerdotes que deben mostrar a su rebaño el modo de comportarse ante Dios y ante el Mundo. Han de predicar con el ejemplo, amándose el uno al otro. El divorcio no es amor, sino destrucción; y no es nada instructivo.

Con esta celebración litúrgica, queda concluido el novenario en honor al Sacramento del matrimonio. La Iglesia española ha mostrado su admiración por los santos protectores del matrimonio y ha declarado su fé en la intangible indisolubilidad del matrimonio cristiano.

FDP: Concluido el asunto. Solicito de la Administración dé los datos previamente requeridos.