Fabián de la Torre

El 15 de abril de 1980, apenas 12 días después de su toma de posesión, un contingente de 400 militares asaltó el Congreso de los Diputados y secuestró al pleno y al Gobierno durante 26 horas. Tras intentar imponer su autoridad sobre los sublevados, el jefe del Ejecutivo fue recluido en el despacho del Presidente de la Cámara. La gestión de Su Majestad el Rey, la Vicepresidenta Villagarcía y el Secretario de Estado de Defensa fueron determinantes para poner fin al intento de Golpe de Estado sin víctimas. Dos días más tarde, y recuperada la normalidad institucional, el Presidente cambió toda la cúpula del Ejército y anunció la elaboración de un proyecto que lo remodelaría por completo. Esta Ley Orgánica se sumó a la larga relación de disposiciones legales encaminadas a desarrollar la Constitución española; la sigue la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y la del Consejo General del Poder Judicial, consideradas dos hitos en la historia de la legislación española.

En julio de 1980, la Universidad de Bolonia nombró a Fabián de la Torre Doctor honoris causa en Derecho por "su extraordinaria labor en favor de la democracia y el desarrollo e implantación de los Derechos Humanos en España".

En septiembre de 1980 solicitó al Congreso la autorización para convocar un doble referéndum, en el que se consultaría a los españoles acerca de la pertenencia del país a la OTAN y la CEE. Mientras tanto, recibió en Madrid a Fracesco Cossiga, primer ministro italiano; y celebró sendas Cumbres Bilaterales con Margaret Thatcher, premier del Reino Unido; y Françoise Miterrand, Presidente de la República Francesa. Igualmente, la intervención de España por medio del Presidente De la Torre fue determinante para frustrar una intentona de asonada militar en Bolivia.

Fabián de la Torre y Jorge J. Churchill, Ministro de Economía y Hacienda entonces, protagonizaron en diciembre de 1980 la mayor unión de partidos de la España democrática al fusionar el Partido Liberal Demócrata, el Partido Demócrata Popular, la Unión por Aragón y el Partido Liberal en una sola formación bautizada como Partido Popular. El Presidente del Gobierno fue elegido primer presidente del nuevo partido, que suma 173 Diputados convirtiéndose en la mayor fuerza parlamentaria de la Historia de España.

La primera etapa del mandato de De la Torre se vio caracterizada por graves problemas en el desarrollo del Estado de las Autonomías. A la incapacidad de varios gobiernos regionales de gobernar se añadieron movilizaciones ciudadanas en Comunidades como Aragón y Navarra que obligaron a la intervención de las fuerzas de seguridad. En el caso de la Comunidad Foral, siete terroristas llegaron a asaltar el Parlamento. También Cataluña fue una fuente de problemas al estar su Parlamento permanentemente condenado a la ingobernabilidad. De la Torre convocó una Conferencia de Presidentes que fracasó por el bloqueo que las Autonomías gobernadas por el opositor PSOE.

En mayo de 1981, el jefe del Ejecutivo pronunció un discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas que le reportó una sonada ovación de los líderes occidentales pero supuso un distanciamiento grave entre España y la URSS.

Tras el rechazo de los ciudadanos a la entrada en la OTAN en referéndum, el Presidente De la Torre presentó una moción de confianza ante el Congreso de los Diputados con el objetivo de reformular su programa de Gobierno para adecuarlo a esa circunstancia, trazando una nueva línea de actuación de España en el exterior basada en la firme apuesta por el bando 'aliado' sin ingresar en la OTAN y por tanto con la libertad suficiente para no entrar en ningún conflicto directo. Tras obtener de nuevo la confianza del Congreso por mayoría absoluta, se convirtió en el primer jefe del Gobierno de la democracia española en recibir a un Presidente de los Estados Unidos al acudir Ronld Reagan al Palacio de la Moncloa el 20 de octubre de 1981, en el marco de una Cumbre Internacional en la que participaron también Margaret Thatcher y el Secretario General de la OTAN Joseph Luns.

La secesión en Navarra y el Consejo de Seguridad de mayo de 1982.
La tarde del 20 de marzo de 1982 se registraron grandes desplazamientos a las ciudades de Pamplona, Vitoria y San Sebastián. En un control de la Guardia Civil en Navarra, 40 agentes fueron tiroteados, resultado muertos en el intercambio de disparos 14 civiles armados. En las horas siguientes y ante el estupor del resto del país, se produjeron sendas manifestaciones en Vitoria y Pamplona de ciudadanos también armados que pretendñian asaltar diversas instituciones. Pese a que la situación se controló pronto en la capital vasca, no sucedió lo mismo en Navarra. A primera hora de la mañana del día 21 el Presidente del Gobierno anunció que las instituciones Navarras estaban asediadas y solicitó al Congreso de los Diputados la declaración del Estado de Sitio. Durante el resto del día y la noche, se produjeron diferentes asaltos a Ayuntamientos navarros que disolvieron momentáneamente las corporaciones democráticas. Finalmente, el Ejecutivo intervino la Comunidad Foral mientras el Ejército y las Fuerzas de Seguridad controlaban y terminaban por disolver las concentraciones. No fue hasta la tarde del día 23 cuando el Gobierno anunció el fin de la secesión.

Las investigaciones subsiguientes determinaron que las armas empleadas por civiles fueron introducidas en España por Libia, Marruecos y la Unión Soviética. Pese a las pruebas que apuntaban a la autoría soviética, la Generalitat de Cataluña gobernada por el Partido Socialista Unificado de Cataluña (escisión del PCE) ofreció "asilo" a los embajadores de estos tres países expulsados por De la Torre, lo que generó un fuerte conflicto entre Madrid y Barcelona que tras una escalada de tensión se saldó con una rectificación del President Müller.

España solicitó al Consejo de Seguridad sanciones a la URSS, Marruecos y Libia en una sesión a la que acudieron los Presidentes y Primeros Ministros de los países miembros, entre ellos España con Fabián de la Torre a la cabeza. El mandatario español, en una dura intervención declaró lo siguiente:

La actual tipología de la Comuniad Internacional evidencia que estos hechos supondrían, de consumarse, un conflicto internacional que devendría, con casi toda seguridad, en un holocausto nuclear. La vigencia del Acuerdo entre Madrid y Washington de 1953 obliga a los Estados Unidos a proteger a España en este caso tan dramático, y la Carta de las Naciones Unidas exige la adopción de Resoluciones por parte de este Consejo de Seguridad. Estamos ante el inicio de una Tercera Guerra Mundial.

Señor Secretario General, señores Presidentes, primeros ministros y cancilleres, no seré yo quien pase a la Historia como el Presidente que desencadenó el fin de la convivencia humana. Me niego, en conciencia, a exigir las cuentas que desemboquen en semejante conflicto. España no pondrá en marcha los mecanismos legales que en Justicia posee para enfrentar al bloque comunista y al bloque capitalista en una guerra definitiva. Los hechos que aquí se han expuesto quedarán parcialmente impunes en un ejercicio de responsabilidad histórica que no me duele en prendas asumir en nombre de mi Nación. No responderemos a esta declaración de guerra de forma recíproca. No enviaremos tropas a Rabat, Trípoli o Moscú. No amenazaremos la integridad política y territorial de esos tres países como ellos han hecho con España.

Ahora bien, sobre la mesa está la sangre derramada de españoles. Ante nosotros hay un centenar de muertos que exigen reparación, un centenar de familias que exigen justicia. Este Consejo de Seguridad no puede quedar inerme ante los hechos aquí expuestos.

España, apoyada por Reino Unido, Francia, Alemania Occidental y los Estados Unidos, logró evitar el veto de la URSS y aprobó sanciones a Marruecos y Libia que incluyeron, como era deseo de Fabián de la Torre, la toma de control por parte de la ONU del protectorado del Sáhara Occidental establecido con tropas españolas por el Gobierno de Sofía Torres.

Crisis de la Regencia y convocatoria de elecciones anticipadas.
En marzo de 1983 y tras varios meses de espectación, Fabián de la Torre anunció en un espectacular mitin en Barcelona ante 100.000 personas su intención de postularse de nuevo a la Presidencia del Gobierno en las elecciones generales previstas para marzo de 1984. Poco después del multitudinario anuncio, el asesinato del reputado periodista Ignacio Rentería desata un escándalo sobre la pertenencia de altos cargos del Estado a la Gran Logia de España, organización masónica cuya existencia no está legalmente reconocida en España, y la utilización de medios públicos para conspirar. De la Torre se ve obligado a cesar públicamente al Director General de Inteligencia y comprometerse a investigar lo sucedido. El Presidente de la Generalitat de Cataluña, Martí Müller, es detenido y encarcelado por un presunto delito de cohecho, y el general De la Hoz es procesado ante los indicios de haber participado en una conspiración para asesinar a Rentería. Ambos salieron finalmente absueltos del proceso.

En abril de 1983, don Juan Carlos I sufre un grave accidente durante una cacería en Sudáfrica. Un traumatismo craneoencefálico le deja en estado de coma, lo que el Presidente del Gobierno anunció a la Nación pocas horas después. Ante la incapacidad del Rey para sumir su funciones, la Familia Real comunicó que, en lugar de entrar a ejercer la Regencia, deseaba que ésta recayera en la persona designada por el Congreso de los Diputados como muestra de respaldo a la democracia y a la soberanía nacional. Al aumir esa renuncia, el Gobierno de De la Torre solicitó al Congreso la inhabilitación del Rey y el nombramiento de un Regente. El Ejecutivo puso sobre la mesa el nombre de Adolfo Suárez.

El PSOE, inicialmente a favor del Gobierno, cambió de líder y Esteban Rodríguez Ocampo se instaló en la Secretaría General. Tras cortar relaciones con el Ejecutivo, anunció que el PSOE y el resto de la Oposición parlamentaria abandonarían el Congreso ante el plan de acción del Gobierno, como hicieron finalmente.

Con el dictamen del Tribunal Supremo en el que se declaraba inválida la renuncia de la Familia Real, y el súbito despertar del Rey, se puso fin a la crisis institucional abierta. Fabián de la Torre reunió entonces al Consejo de Ministros y en un mensaje televisado a la Nación condenó la actuación de la Oposición y anunció la inmediata convocatoria de elecciones generales anticipadas para el 17 de julio de 1983.

El atentado del 14 de junio
Tras una espiral de atentados terroristas que llegó a su culmen el 12 de junio, con el asesinato de Antonio Guevara por parte del Ejército Nacional Español (la rama armada de Fuerza Nueva), Fabián de la Torre pronunció un discurso en el que afirmó que se pondría "hasta el último hombre" en la "guerra contra el terrorismo", en lo que se convirtió en las declaraciones más duras de un Presidente contra la lucha de las bandas armadas. Sus palabras provocaron una reacción inmediata en los grupúsculos terroristas con capacidad de actuar. Posteriormente, el final de la intervención se tornó casi profético:

Ganaremos esta guerra porque tenemos la fuerza de la legitimidad, el peso de la ley y la certeza de que el esfuerzo colectivo obtendrá sus resultados. Podrán matar un líder, pero jamás matarán el ideal de democracia que entre todos hemos sembrado en lo más profundo de este país.

El 14 de junio el Presidente visitó la ciudad de Toledo y se reunió en el Alcázar con el Alcalde y diversos colectivos sociales. Acompañado por el Ministro de Justicia, Pedro Cisneros, y su Jefe de Gabinete Javier Villalobos, abandonó el edificio a las 13:46 horas. Un grupo de simpatizantes le esperaba en las escaleras. Cuando estaban a punto de entrar en el coche oficial, se produjo un duro tiroteo contra la comitiva; Fabián de la Torre recibió dos disparos, en el pecho y en el abdomen; Javier Villalobos fue herido en el hombro izquierdo y el cuello, falleciendo en el acto; y el Ministro Cisneros falleció también a causa de los disparos. Las heridas del Presidente le provocaron la muerte minutos después, a las 13:49 del 14 de junio de 1983, mientras era evacuado por su equipo de seguridad. Los disparos provenían de una vivienda particular frente a la fachada sur del Alcázar, en la que se encontraban varios paramilitares del ENE, antiguo grupo GAL, que reivindicaron poco después la autoría del ataque. En el tiroteo entre las Fuerzas de Seguridad y los terroristas fallecieron 6 agentes, 8 ciudadanos y 5 terroristas.

Fabián de la Torre falleció en el ejercicio de sus funciones, lo que lo convierte en el sexto Presidente del Gobierno en ser asesinado tras el general Juan Prim, Antonio Cánovas del Castillo, José Canalejas, Eduardo Dato y Luis Carrero Blanco. Todos ellos, liberales o conservadores.

Tras el atentado, el Vicepresidente Luis Aliaga asumió el cargo de Presidente del Gobierno en Funciones, liderando un Ejecutivo desmoralizado por el asesinato. El Partido Popular, descabezado, se enfrentaría a un frenético proceso de designación del candidato a ocupar La Moncloa en las inminentes elecciones generales mientras España guardaba luto por el político mejor valorado por los ciudadanos en democracia.

El asesinato de Fabián de la Torre sumió al país en la depresión más grave de la última década. La crisis económica se vio agravada por una debacle institucional y política en la que faltaba el Monarca, aún convaleciente; el Jefe del Gobierno traumáticamente asesinado; y una Oposición coherente. El atentado recibió la condena unánime de todos los países de la Comunidad Económica Europea y el continente americano. El Presidente Reagan, la primera Ministra Thatcher y el Presidente Miterrand lideraron el duelo internacional por "el hombre que llevó la democracia a España y lo pagó con su vida" en palabras de la mandataria británica, que no dudó en insinuar que un grupúsculo como el ENE no tendría capacidad para una operación de tal calado sin apoyo internacional.

Fabián de la Torre recibió a título póstumo la Medalla al Mérito Civil y los Collares de la Orden de Isabel la Católica y de la Orden de Carlos III, condecoraciones que le fueron impuestas a su féretro durante el funeral de Estado que se ce-lebró en la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid. Previamente se estableció una capilla ardiente en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados, a la que acudieron Sus Majestades los Reyes de España y todas las altas instituciones del Estado. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas reposan en un lugar no revelado del concejo asturiano de Sobrescobio.