Opinión ADN. El Rincón de Valeriano: ¿Y quien te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mi?

A toda velocidad, como relámpago en una noche tormentosa el Vicepresidente González Martín, decretazo mediante (¿como no? si es la técnica ocampista que estos buenos aprendices han aprendido) establecía el aumento en los límites de velocidad. ''Se aumenta la velocidad a 130 km/h'' y punto. Y así empezaba la semana política en España, discutiendo si los vehículos a motor podían o no ir más rápido por las autovías. Claro que si esto planteaba un debate enriquecedor se podría decir que es válido, pero el debate ha sido como los últimos que se suscitan en nuestra querida España: lamentable.

Todos a la carga del Gobierno y el Gobierno a la carga de todos. El Consejo de Ministros en pleno abrió las puertas de sus casas y empezó a hablar de esto. Recuerdo haber escuchado planteamientos tan absurdos que creí estar en un plató de Polònia. El PSOE decía que con lluvia los españoles correrían muchos riesgos, y el vicepresidente contestaba ''en otros países da resultado, usted [por el PSOE] no sabe si habrá el doble de muertes o no, por lo que no sea tan explícito al jugar con la vida de los conductores''. Brillante ¿verdad? La argumentación sería algo así como: aumentamos la velocidad porque los gobiernos de Alemania, Reino Unido e Italia lo hacen, y como los tres gobiernos son tan de derechas como el nuestro, nosotros no podemos ser menos, que luego nos tocan las narices en el Partido Popular Europeo y nos dicen acomplejados.

Desde luego, al margen de la imprudencia de la medida, al margen del decretazo que después se convirtió en proposición de Ley para ser defendida por el fantasma de San Gil (aparece cuando quiere y cuando le da la soberana gana), los expertos afirmaron que es un error aumentar la velocidad porque ante todo, la infraestructura con la que cuenta España no está preparada para ello. Naturalmente el Gobierno dijo que sí están preparadas, y que la oposición es tan mentirosa y desestabilizadora que llegan al punto de decir que las autopistas están en mal estado.

Nada de ello termina tan fácilmente, en España siempre hay lugar para que el papelón y el bochorno en política sean protagonistas. Y así fue que el Ministro de Defensa afirmó con la misma contundencia que tiene al enviar aviones a bombardear la selva venezolana que ''el Ministerio de Fomento se encargará de mejorar los tramos de velocidad a 130km/h. No lo dude. Y las campañas publicatarias para evitar accidentes también estarán a la orden del día'''. ¿Como? Si, si, lo que han leído: primero aumentamos la velocidad y después mejoramos las carreteras. Pero aun así todavía hay un problema: no tenemos Ministro de Fomento.

En fin, ¿como termina esto? Con la excelentísima Ministra del Interior diciendo ''el consumo de gasolina se reduce a esa velocidad''. Unbelievable!!
Pero la mejor respuesta, estilo berlusconiana, se produjo despues: ante la pregunta de cuanto costaría la revisión y el mantenimiento de las vías, la Ministra con la entereza característica habló y expresó ''tendrán un coste residual, ustedes no se preocupen de nada''. Olé, olé y olé.

Hace poco un amigo me decía estar convencido de que para ser político en España primero hay que hacer un examen de dos niveles. El primero llamado Política por Cojones (vamos, el que aprueba el PP con sobresaliente). El segundo llamado Primero tonto, después Ministro.

El debate continua -y perdonen la expresión- claro que el Gobierno de España se ha pasado el informe de la CNAE por el arco del triunfo. El resumen del ejecutivo de Aguirre no ahorraba consideraciones: ¿Que me importa lo que diga la CNAE? Si aquí estamos nosotros, los de la CNAE siempre se oponen al PP, siempre se oponen al aumento de velocidades, pero los ciudadanos estan con nosotros, como siempre.

Las excusas empezaron a decaer, para ir terminando en lo que debía haber comenzado: somos tan liberales que queremos que los ciudadanos puedan ir a la velocidad que quieran, y punto. Y a quien no le haya quedado claro que recuerde al ex presidente Aznar: ¿Y quien te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mi?