- Felipe Rodriguez
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Entrevista al Arzobispo de Sevilla en la cadena COPE
Lun 29 Ago 2016 - 20:11
Buenas noches, Monseñor Rodriguez muchísimas gracias por acompañarnos esta noche aquí. La cara nueva de la Conferencia Episcopal Española, el elegido por Monseñor Blázquez para dirigir esa renovación de la Iglesia hispana, ¿pero quién es realmente Monseñor Rodriguez?,¿cómo llega a donde ha llegado?
Buenas noches, en primer lugar el placer es mío. Pues Felipe Rodriguez no es más que un sacerdote malagueño, al que le gusta el deporte, sobre todo correr y la bicicleta aunque ya la edad me lo permite cada día menos y sobretodo estar con la familia.
¿Qué le llevó a ser sacerdote?
Bueno, yo ni me lo imaginaba casi hasta antes de empezar los estudios. Estudié en un colegio del Opus Dei, y el testimonio de santidad de san Josemaría me llevó a entrar en el Opus Dei muy jovencito, con 18 años. Estudié Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Málaga y cuando terminé me dijeron, oye, ¿quieres irte a Roma a doctorarte en Teología en la Universidad de la Santa Cruz? Y yo me dije, bueno Señor, yo quiero porque Tú quieres, así que adelante, y cuatro años después me ordené sacerdote.
¿Qué cargo ocupa actualmente en el Opus Dei?
Actualmente soy Vicario General, una suerte de primer ministro del Prelado del Opus Dei.
¿Cómo llega a ser arzobispo de Sevilla?
Yo entonces estaba trabajando en el Supremo Tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con el cardenal Ratzinger. Cuando este ascendió al Trono de san Pedro, la situación para la Iglesia española era complicada, y con la archidiócesis vacante, pensó en mi para ocupar el puesto, y en eso me hallo ahora mismo.
Poco a poco vamos conociendo detalles del nuevo rumbo de la Conferencia Episcopal. ¿Cree que estos pequeños gestos del día a día son los que pueden interpelar aquellos que tienen estereotipada la imagen de los sacerdotes, de los cardenales, de la Iglesia en general?
–Esta austeridad es una nota común de los últimos papas –con algunas manifestaciones externas diferentes–, y también de una gran mayoría de sacerdotes, que tienen lo justo para vivir, y muchos ni siquiera esto. Como usted dice, se trata de un estereotipo. Le contaré de un cardenal que vino una vez a la Pontificia Universidad de la Santa Cruz; entre una actividad y otra, a las 5 de la tarde, hubo un «coffee break». Mientras tomaba algo, comentó: «Sabe usted, es que esta noche no ceno, no tengo a nadie que me ayude a preparar una cena». No se repite este caso en todos, pero los ejemplos podrían multiplicarse.
La falta de bienes materiales, como decía san Bernardo, no supone en sí una virtud, sino que esa virtud consiste en amar la pobreza, que también se percibe por esos gestos de renuncia. Esta disposición resulta más hacedora cuando la persona sabe prescindir de bienes superfluos, y está desprendida de lo que tiene. Ciertamente, como decía san Josemaría, la pobreza trae para el hombre un tesoro en la tierra y, a este propósito, ponía como modelo a esos padres de familia numerosa que, en su esfuerzo por sacar adelante a los suyos con amor, renuncian con gusto a tantas cosas personales. Se nos presenta, por tanto, como una virtud para amar –así nos lo ha enseñado Jesús–, y está incluida en la caridad. A la vez, hemos de hacer todo lo posible para aliviar el sufrimiento causado por las injusticias personales y sociales, y veo muy natural que en ocasiones nos invada incluso la impaciencia ante tantas injusticias que desearíamos resolver.
La reforma de la Curia, la nueva evangelización... Son muchos los asuntos que han abordado los cardenales a lo largo de las congregaciones generales. De todos esos asuntos que han estado sobre la mesa, ¿cuál considera de mayor urgencia para la Iglesia?
–Ciertamente, la curia –por una lógica sobrenatural y también humana– se adapta a cada Papa y a las necesidades de la Iglesia, según los tiempos. Pero no me compete señalar lo prioritario; está en las manos del Santo Padre, que no tiene otro afán que el de servir a todos. Al hablar de una reforma, que puede ser necesaria, sabemos que en Roma trabajan muchas personas con abnegación, con gran espíritu de servicio, alguna vez lejos de su patria y de su familia, y con una retribución modesta.
No cabe duda de que la nueva evangelización sigue siendo una prioridad para la Iglesia. Me parece que el estilo sencillo y directo del Papa aporta una ayuda de gran peso en este sentido y nuestra Iglesia española no va a quedarse atrás.
Muchas personas consideran que el Opus Dei es una organización elitista, que busca la cercanía del poder. O sea, el polo opuesto a esa Iglesia pobre y para los pobres que predica Francisco…
La percepción de que el Opus Dei es elitista me parece que es propia de una visión burguesa. Lo pueden decir las clases medias y altas de Madrid o París, que quizá no conocen la realidad de tanta gente humilde y cercana al Opus Dei que vive en las periferias de estas ciudades. La percepción que se tiene en Kinshasa o en los suburbios de Guatemala, de Argentina, Paraguay o Bolivia es totalmente diferente. Allí tenemos muchas labores apostólicas hacia los últimos, una de ellas nos la encargó el cardenal Bergoglio en Buenos Aires. Con lo cual no creo que sea una percepción generalizada, aunque me doy cuenta de que en muchos medios de comunicación que pertenecen a esta perspectiva burguesa se pueda tener esta visión.
Si en España se ve al Opus Dei como una elite y allí no, hay dos Opus, uno europeo y otro de América o África...
No… Decía San Josemaría: de 100 almas, nos interesan las 100. O sea, también nos hemos ocupado de los intelectuales, de lo que hoy se podría llamar clases dirigentes, precisamente porque nos interesan las 100 almas, y si logramos que las personas que toman decisiones en la sociedad sean coherentemente cristianas habría mucha menos pobreza en este mundo, mucha menos desigualdad, menos cultura del descarte. Yo participé en la redacción del documento de Aparecida y allí se dice: a la luz de la opción preferencial por los pobres es necesario que la Iglesia evangelice a las clases dirigentes.
Siempre se dice que unos papas se apoyan en unas instituciones y otros en otras. ¿En quién se apoyará este Papa?
Le cuento una anécdota personal. Cuando le pregunté al Papa qué deseaba que hiciera como vicario general del Opus Dei, el Papa me dijo: obedece al prelado. Es decir: haz el Opus Dei. Yo creo que el papa Francisco quiere que el Opus Dei cumpla con su cometido, que es difundir el mensaje de santificación en medio del mundo.
Qué es lo que les resulta más lejano de la visión del Papa sobre lo que debe de ser la Iglesia.
Es evidente que el papa Francisco hace un subrayado de unos aspectos que no hacía Benedicto, quien a su vez subraya otras cosas que no hacía Juan Pablo II. En la Obra tratamos de estar siempre en perfecta sintonía con el Papa de cada momento porque vemos que es una manera de estar también unidos a Dios. (..) Conozco a mucha gente de la Obra que está fascinada con el estilo de Francisco y otros que no le gustan tanto. Y otros que no les gustaba el estilo de Benedicto y ahora están encantados. Son cuestiones totalmente opinables. Pero yo veo una gran unidad con el Papa.
Muchísimas gracias por responder a todas nuestras preguntas con esa llaneza y sinceridad. Le deseamos muchísima suerte en su nueva responsabilidad.
Muchas gracias a vosotros, siempre es un placer venir. Para terminar puedo asegurarles que la Iglesia aquí en España está cambiando a pasos agigantados y vamos a seguir acercándonos a los más pobres y a los que sufren para llevarles la Luz de Cristo. Que Dios les bendiga.
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