Discurso de Bonaventura Casals ante la Conferencia de Madrid (Grupo Globalista)

Bonaventura Casals

Escuchando lo que he escuchado hasta ahora, creo que queda muy claro que la mayoría de los presentes de aquí no entienden los motivos de la situación que nos ha llevado a este adebacle. El Golpe militar, señores, no es el inicio: es la consecuencia.

Me gustaría comenzar hablando, si me lo permiten los presentes, y procederé a escucharles cuando termine. Creo que es importante que escuchen lo que pasa aquí, fuera, en las calles [refiriéndose obviamente a España], y que lo entiendan bien, y por ello yo se lo explicaré.

Hace más de 8 años que los españoles vivimos arrastrando, si no los pies, todo el cuerpo, por el polvo de la miseria moral de algunos que, prometiendo riqueza, nos lo quitaron todo. En ocho años, la crisis que vivimos, una crisis del sistema, se ha llevado por delante a cientos de miles de vidas de personas cuyo único pecado fue seguir el juego a malos legisladores y ejecutores.

El problema no nace en diciembre de 2016. El problema nació con la burbuja económica del señor Aznar, con las privatizaciones del señor González, con la dictadura fascista del genocida Franco y con todos los hechos que, hoy en día, en una presunta democracia, aun no se han condenado.

Es por ello que ahora, a diferencia de lo que se hizo en 1978, se deben hacer las cosas bien. En primer lugar, es imprescindible que para poder salir de esta crisis se modifique el sistema de los pies a la cabeza: no más "ajustes", "recortes" ni demás medidas antisociales y antipopulares. Quienes hemos traído a España a esta situación no son los militares: quienes hemos desestabilizado el sistema hemos sido los ciudadanos, y el Golpe militar ha sido una reacción para asegurar la lealtad de España en el sistema capitalista, opaco y continuista del franquismo. Es imprescindible relacionar la recuperación económica, como algunos le llaman, a la recuperación social; y solo se alcanzará con el final de todo recorte y agresión a la ciudadanía.

El segundo punto no puede pasar por otra parte que por una descentralización absoluta de las regiones españolas de Catalunya, el País Vasco y las que sean necesarias. Para algunos de los presentes seguramente este problema es un problema menor, pero yo les digo lo que pasa: hay casi diez millones de personas en España que desean separarse y tomar su propio camino formando otro Estado. ¿Es lógico considerar que esto es un problema menor? Sin una descentralización del Estado, España será inviable, pues no conseguirá jamás ser una herramienta de los ciudadanos y será siempre la tiranía de los mismos.

En tercer lugar, es imprescindible cambiar el modelo de gestión política. España es una monarquía bananera, y ha quedado claro en toda Europa. ¿Cómo hemos llegado a una situación donde los ciudadanos salen a millares a las calles gritando consignas contra el gobierno? Es imprescindible analizar qué debería significar democracia. ¿Es la democracia solamente una farsa para legitimar el poder, y las elecciones solamente una herramienta para cambiar los gobiernos pacíficamente como dijo Popper? ¿O es algo más?

La democracia es un modo de comprender la vida. Es una óptica distinta, que dice que quienes deben gestionar la política de la que forman parte son los mismos ciudadanos. El modelo de democracia representativa, pues, ha quedado obsoleto: mientras los grandes partidos ganan las elecciones a turnos, los gobiernos jamás cumplen sus programas y se amparan en el concepto de “legitimidad de las urnas” para justificar medidas que los ciudadanos jamás quisieron. El parlamentarismo se obsoleta cada día más, y estoy seguro que con ello también la “vieja política”, que decían ustedes en el PP, y que se sigue aplicando tanto.

Así el tercer punto del PCPE es obvio: reclamamos un modelos de democracia real, directa y vinculante, con la participación de la ciudadanía como pilar inalienable al sistema, y con referéndums para aprobar las medidas más importantes. Ya basta de tutelage y paternalismo del Parlamento, ya basta de hacer aquello que tanto afirman que hacen la extrema derecha y la extrema izquierda: dejemos al pueblo decidir por sí mismos en un sistema puro de democracia.

Finalmente, queda un cuarto punto. Tan irrenunciable como los otros tres, es el punto de la República. ¿Qué opinarían los presentes si les dijeran que tras el Golpe, el militar Izquierdo autoriza una democracia pero consigo mismo de Jefe del Estado? ¿Alguno de ustedes lo respaldaría? Esa fue la situación el 1978, y es la de hoy: el Rey de España, hijo del heredero del fascismo, se ha confabulado otra vez, como su padre hizo con Tejero, para lanzar un ataque contra la democracia que tanto ha estorbado siempre a la dinastía borbónica. Temerosos de que pudiese acabar su fortuna, ha visto peligrando su título y su riqueza y ha conspirado contra todos ustedes, los que le apoyaron y los que no lo hicimos. En todo caso, eso ha sido un caso menor: la figura del Rey dejó de tener sentido en 1789, y en España algunos nos han cerrado los ojos durante décadas para no dejarnos ver la realidad. Una República es imprescindible para la estabilidad de España, y quien la relacione con la inestabilidad de los años 30 que la relacione también con la inestabilidad de la República de Weimar y que diga que Alemania debe ser una monarquía, o que la relacione con la misma inestabilidad que vivimos hoy en día.

Así, y resumiendo, el PCPE tiene cuatro puntos marcados, que son la política social, territorial, político y de organización del Estado. Ninguno es negociable, pues emanan de la voluntad ciudadana que en las calles se ha mobilizado y que, por lo que sé, se encontraba a 1 kilómetro de la Moncloa hace algunos días, lista para asaltar el símbolo de la decadencia.

Una República de derecho, Social, Popular y Federal, es algo a lo que los españoles no podemos renunciar por más tiempo.

Gracias por escucharme.