Celebración del Aberri Eguna de 1983 (3 de abril de 1983)

El día señalado, los jeltzales de todos los territorios de Euskal Herria se han puesto en marcha para celebrar el día de la patria, el Aberri Eguna, tradicional celebración del nacionalismo vasco desde los tiempos de la II República. Por la mañana del 3 de abril numerosos militantes y simpatizantes del Partido Nacionalista Vasco se han lanzado a las calles a festejar el Aberri Eguna, dirigiéndose a los puntos en los que, sobre las 11:30 de la mañana, iban a comenzar las manifestaciones en cada capital de herrialde.

Posteriormente, después de que cada una de ellas completara su recorrido entre gritos de júbilo e ikurriñas al vuelo, ha llegado el momento en que los lideres jeltzales han pronunciado sus discursos. De entre ellos se destaca el pronunciado por el veteranísimo Lehendakari Leizaola, quien, con cierto aire metafísico, ha querido animar a las nuevas generaciones de nacionalistas vascos a seguir confiando en el proyecto de construcción nacional que EAJ-PNV está llevando a cabo.

Egun on guztiei.

No podéis imaginar la alegría que me embriaga el ver que, tras más de cuatro décadas de exilio y persecución política, el nacionalismo vasco vuelve a ser una tendencia mayoritaria en este país, demostrando que la adversidad no hace sino más fuerte al patriota. Pues muchos, a lo largo de estos años, con oscuras intenciones, han intentado conducir a su manera a este milenario pueblo, intentando hacerle creer que el único camino posible era el que ellos trazaban. Lo intentaron con la Guerra Civil, al intentar imponernos un Estado que no nos representaba, continuaron con el Franquismo y la supresión de los Conciertos Económicos vizcaíno y guipuzcoano e insistieron en su afrenta en la llamada Transición, al desoír los dictados de la Constitución que ellos mismos aprobaron e imponiéndonos, por enésima vez, un marco político y administrativo de manera unilateral, sin atender en ningún momento a las necesidades ni a las demandas de Euskal Herria.

Sin embargo, cuanto más se han enconado en esas posiciones de inmovilismo intransigente, con mayor fuerza ha ido brotando el sentimiento nacionalista en todos los hombres y mujeres que conformamos nuestra patria. No hace falta más que levantar la mirada para verlo: a día de hoy el nacionalismo vasco es la tendencia política mayoritaria en la actual Comunidad Foral de Navarra, y puja por conseguir tal posición en los otros tres Territorios Históricos de Hegoalde. Por ello, este Aberri Eguna no es uno cualquiera, como los muchos que hemos tenido que celebrar a las sombras, sino aquél en el que el inmortal universo nacionalista va a demostrar su fuerza como movimiento social y político, movimiento que no parará hasta ver reconocida a la nación vasca y, con ella, todos los derechos que le son propios, comenzando por el más elemental de la autodeterminación. Pues no puede haber nación si ésta no decide, en plena libertad, cuál quiere que sea su futuro. La nación es dueña única de su destino, sin que quepan coerciones provenientes de agentes externos. Por ello, el objetivo final de nuestra lucha política nunca podrá dejar de ser otro que el de la autodeterminación de Euskal Herria, objetivo en el cual hemos de avanzar con calma pero constancia, sin empecinamientos estériles pero sin perder nunca el rumbo con distracciones igualmente yermas.

Es por ésta razón por la que os pido que nunca perdáis la esperanza, que nunca os desaniméis en la lucha por la libertad de la patria. Porque aunque durante el día a día parezca que nuestra lucha se encuentra estancada, si miráis hacia atrás un momento podréis constatar la enormidad del camino en el que vamos avanzando. Ya lo dice el refranero, “no por mucho madrugar amanece más temprano”. Y es que no es conveniente pretender correr demasiado, porque las prisas siempre han sido malas consejeras, al hacernos cometer errores imperdonables que, al final, sólo terminan perjudicándonos. No caigamos en cantos de sirena, ni cedamos ante la impaciencia. Pues el camino que hemos emprendido es ya imparable, y lenta pero inexorablemente lo hemos hecho realidad.
Yo ya he llegado a la plenitud de mi vida, y en estos momentos el cuerpo ya me pide descanso. Sin embargo, no quisiera dejar de acompañaros a todos vosotros, abertzales de toda condición, en este ilusionante proyecto que ahora vivimos. Que la alegría y tenacidad que demostráis hoy sean vuestra bandera, que el buen hacer sea vuestro sello, y la verdad vuestra divisa.

Nunca olvidéis quienes sois, y sentid orgullo por ello.

El tiempo de los discursos se acaba, llega la hora de los hechos.

Gora Euskadi askatuta!