Campaña de IR en Asturias

Muy buenas noches, compañeros. En estos tiempos que corren -malos, sin duda, para la política- es necesario recuperar la fe en los proyectos, en las ideas. Lejos de tanta crispación partidista -de la que IR se mantiene al margen- y tanta ineficacia que siempre paga el pueblo, debemos edificar una nueva forma de hacer política que rechace el insulto, que defienda la argumentación, que sea honesta y sincera. Creedme cuando os digo que nosotros queremos portar el estandarte de esa política.
 
Aquellos representantes de otros partidos que compartan sesiones parlamentarias con nosotros comprobarán que estamos abiertos al diálogo. Muy malas tendrán que ser sus propuestas para que las rechacemos de plano, pues en nuestro ánimo está enmendar todo lo enmendable y fomentar la crítica constructiva y el consenso, flexible en lo superficial pero firme en la solidez de nuestro programa.
 
¿Por qué pensáis que existe este clima de confrontación en la política española? Lo tengo clarísimo: falla la educación. Cada vez hay menos formación, menos cultura, y eso se nota en la incapacidad de muchos a la hora de tratar de comprender a su interlocutor. También se ha pervertido la esencia de la política, que es servir al ciudadano. Ahora tenemos políticos que son capaces de cambiar radicalmente de ideología -en caso de haberla tenido alguna vez- para rascar votos acá y acullá. Acabamos de verlo en Navarra, con un pacto más que extraño.
 
Yo voy a seros muy sincera: no quiero que nos vote nadie que no rechace la xenofobia; tampoco quiero que nos voten quienes desprecian a los homosexuales; ni aquellos que consideran a la mujer un ser inferior al hombre. Pero es que voy más allá: pido que no nos vote quien crea que el capitalismo puede arreglarse, que no existen alternativas sino remiendos. Tampoco deseo el voto de los que anteponen a cualquier otra idea el terruño: nacionalistas periféricos o -esos grandes desconocidos- los nacionalistas del centro, que ni son conscientes de serlo.
 
Bueno, he dicho a quiénes no quiero de electores. A los demás os doy permiso para apoyar nuestra candidatura. No, no: es broma. Sé que entre vosotros puede haber votantes del PSOE, por ejemplo, mi cuñado, que está allí al fondo -hola, Ricardo- y os digo con el corazón en la mano que si pensáis que el PSOE va a cumplir vuestras expectativas y va a representaros correctamente en el parlamento, les concedáis vuestro voto. Si, por el contrario, decidís apostar por un nuevo proyecto, puro en sus intenciones, tenéis mi palabra de que no os decepcionaremos. Y ahora me despido pidiéndoos un fuerte aplauso para nuestra candidata, Aida Fuente.

 

Saludos a todos. Muchas gracias, Cristina, por tu participación en este mitin final de campaña.
 
Compañeros, esto es intolerable. Asturias va de mal en peor. El abandono parlamentario y la nula capacidad de quienes deberían generar trabajo han traído cifras de paro intolerables. La única solución pasa por emprender un proyecto común, en el que nos involucremos todos en busca del interés general.
 
¿Cuál es la mejor manera de construir ese bien común, compañeros? En IR lo sabemos: inversiones en lo público. Necesitamos una poderosa red de empresas públicas que creen puestos de trabajo estables, respetuosos con los derechos del trabajador, que ofrezcan servicios necesarios para la ciudadanía. Pero -¡ojo, que no nos engañen!- la creación de una empresa pública no es suficiente si posteriormente se cede su gestión al sector privado. Ni un céntimo del dinero público debe caer en bolsillos privados cuando la propia administración pueda ocuparse de esa misma labor.
 
Y es que sólo con argumentos falaces se puede defender la empresa privada frente a la pública. La empresa privada, por su propia concepción de negocio, tiene que dar beneficios a sus propietarios. La pública, por el contrario, puede permitirse el beneficio cero o incluso un pequeño déficit. Mucho mejor pagar salarios que subsidios de desempleo. Además, no es lo mismo que en una familia trabaje sólo una persona que que lo hagan todos sus miembros. Por esa razón cuantos más puestos de trabajo creemos -y el objetivo es acabar con el paro- mejores serán las condiciones económicas de todos los ciudadanos.
 
Sobre este pilar tiene que asentarse el futuro laboral de los trabajadores de Asturias. Los liberales -sólo en lo económico, recordemos- dirán que la empresa privada es necesaria. Bien, yo les respondo que depende: las pequeñas empresas, en las que los empresarios son unos trabajadores más, desde luego, pero las grandes empresas explotadoras, chantajistas que amenazan con irse a países con mano de obra más barata... ¡ni de guasa! Además, las multinacionales son las apisonadoras capitalistas del Tercer Mundo; colaborar con ellas debería estar penado por la ley, como lo está la colaboración con banda armada.
 
¿Qué conseguimos con las empresas públicas?
 
-Terminar con el desempleo, que es una las mayores lacras de Asturias. Además en determinadas franjas de edad el acceso a un puesto de trabajo parecía prácticamente imposible.
 
-Ofrecer unos mejores servicios a todos los ciudadanos. Lógicamente al no tener que reservar una parte de beneficios, se puede invertir en calidad. Lo que antes iba al bolsillo del empresario, ahora revierte en el propio servicio en beneficio de la ciudadanía.
 
-Reducir notablemente la delincuencia. Mucha de ella nace directamente de la necesidad económica o de la desocupación. Con un trabajo estable y la seguridad de todo lo necesario para vivir bien ¿quién va a arriesgarse a perderlo por quebrantar la ley?
 
-Permitir la reducción de la jornada laboral. Con más empleados es posible rebajar el número de horas que cada uno tiene que trabajar.
 
-Evitar las amenazas de “fugas de empresas” a otros países. Obviamente una empresa pública de Asturias no va a irse a Asia, dejando en la calle a sus trabajadores, ni va a chatanjear al gobierno para que ceda a sus pretensiones explotadoras.
 
Para completar la actividad de las empresas públicas, las cooperativas son una magnífica solución. Fomentaremos su implantación entre los trabajadores, de modo que puedan de una maldita vez beneficiarse de su propio trabajo, sin necesidad de engordar a los capitalistas. Los agricultores, ganaderos y pescadores de nuestra comunidad serán los primeros beneficiados si unen sus esfuerzos, y nosotros estaremos ahí para apoyarlos, para dotarlos de medios, para ofrecerles la ayuda de técnicos, para subvencionar herramientas que permitan una agricultura, una ganadería y una pesca respetuosas con la Naturaleza.
 
Estrechamente vinculada a lo dicho anteriormente, crearemos una compañía exportadora de sidra en colaboración con las cooperativas de productores sidreros. Nos comprometemos, además, a la promoción de este, y otros productos, así como de nuestra región, en el extranjero. La sidra apenas traspasa las fronteras de Asturias, y su producción, limitada, se centra en el mercado interno regional. ¿Os imagináis que la sidra llegase a China y, además, les gustase? ¿Y si, además, las botellas de sidra exportadas llevasen una etiqueta con imágenes de Asturias e información turística sobre nuestra comunidad? Botellas en Alemania, en Italia, en Francia, en los países nórdicos... Podrían tener éxito en sí mismas y, al mismo tiempo, arrastrar hasta Asturias a muchos turistas interesados en conocer esta región.
 
Ese es otro punto de nuestro programa: promocionar el turismo asturiano, facilitar la llegada de visitantes y su movilidad por toda la región. Apoyaremos la implantación de nuevas líneas aéreas y marítimas y mejoraremos la red ferroviaria asturiana. Además, para hacer de Asturias un destino atractivo, buscaremos el crecimiento de nuestro patrimonio artístico y cultural: trataremos de favorecer la cesión de obras de arte para su exposición público; organizaremos eventos deportivos; promoveremos conciertos, congresos, festivales... Queremos que Asturias despierte y se reactive.
 
Ya hemos hablando de empresas de servicios, absolutamente necesarias, y de las que apoyarán el cooperativismo. Nos quedan, pues, aquellas cuya implantación supondría para nuestra región un avance; las que nos situarían a la cabeza de Europa y tal vez del mundo. Hablo, por ejemplo, de los vehículos ecológicos. En este caso, de una Empresa Pública de Automoción Ecológica que dote al Principado de una flota de medios de transportes respetuosos con el medio ambiente y nos convierta en una región puntera en esto. Esta empresa pública necesitará nutrirse de componentes procedentes de otras empresas, privadas, más modestas, que permitirán a los emprendedores llevar a cabo sus propios proyectos. Es, pues, una propuesta que no excluye.
 
¿Quién puede dar ese plus a nuestras empresas en el aspecto tecnológico e investigador? Pues una institución centenaria: la Universidad de Oviedo, con la que contamos para que colabore estrechamente con estas empresas. No sólo eso: buscamos que ofrezca cursos de español a inmigrantes e incluso que participe en la promoción exterior de Asturias.
 
Otros dos grandes pilares de lo público que encuentran cabida en nuestro proyecto son la sanidad y la educación.
 
En sanidad creemos necesaria una importante inversión para aumentar las plantillas de profesionales, y al mismo tiempo impedir que quien esté en la pública pueda ejercer al mismo tiempo en la privada. Cansados estamos de ver como el mismo médico que nos atiende con desgana y nos despacha con unas pastillas de chichinabo en la pública, luego en su clínica privada nos colma de atenciones sabrosamente remuneradas. Queremos profesionales implicados en su trabajo, y si para ello es necesaria una renovación total de las plantillas, se hará. ¡Que el vigor de la juventud supla la falta de experiencia!
 
En la Educación tenemos que aspirar a la igualdad de oportunidades, y ésta nace de la igualdad de formación. Por tanto la educación debe ser pública y no adoctrinar sino formar. Lo digo aquí y ahora: ¡ni un duro más para los colegios privados y concertados! Son pura falacia. En la pública los profesores lo son después de pasar unas oposiciones que -en teoría- son iguales para todos. En la privada da clases el que decide el jefe. Así, los colegios religiosos se permiten eliminar candidatos en virtud de sus creencias religiosas o su estado civil. ¿Es eso lo que queremos? ¿Verdad que no?
 
Algunos saldrán con su recurrente derecho a decidir "la educación de mis hijos": ¡pues háganlo! Por suerte la educación no termina en las aulas; la familia es fundamental a la hora de la formación personal de nuestros hijos. Pero sean sinceros, señores "liberales": ustedes no quieren elegir la educación de sus hijos; ustedes lo que quieren es discriminar, fomentar los guetos y las élites. Eso es lo que quieren.
 
No podemos permitir que la educación pública siga bajando su nivel, que la autoridad del profesorado se vea socavada por la permisividad de los padres para con sus churumbeles. Todos esos criajos que se dedican a hacer el tonto en clase y que cada vez salen peor formados y con niveles intelectuales y culturales paupérrimos son los hijos de los obreros. La crema de la crema, los poderosos, los oligarcas, no tienen este problema: envían a sus hijos a la privada. En nuestra mano está el cambiar esto y hacer que la pública dé un salto de calidad.
 
Compañeros, seguiría horas y horas contándoos nuestro proyecto para Asturias, pero tampoco quiero aburriros -para eso ya están PP y PSOE- con lo que os invito a leer nuestro programa electoral. Ahí encontraréis información suficiente. Y no olvidéis acudir a la cita con las urnas -que dicen los cursis- y apoyar con vuestro voto el único proyecto que puede sacar a nuestra región de esta crisis. Muchas gracias por vuestra atención.