El Cachirulo. Publicación de Unión por Aragón.

La defensa de Zaragoza, David Wilkie (1828), Royal Collection, Windsor Castle

Han pasado ya 172 años desde que el pueblo de Madrid dijera basta a la ocupación foránea y se levantara en armas contra el invasor napoleónico, hoy Dos de mayo de 1980 conmemoramos ésa efeméride y todos los españoles mostramos, o deberíamos mostrar, nuestro agradecimiento ante el pueblo de Madrid, un pueblo inculto y acogotado por reyes incapaces, pero que demostró ante la Europa domeñada el significado de la palabra honor en toda su extensión. El Dos de mayo de 1808 partió del centro de España la mecha de la revolución y España, pese a sus inválidos gobernantes, demostró que era una Nación, orgullosa y poderosa, contra la que ni el más grande Ejército comandado por el más grande estratega militar de la época, podrían hacer otra cosa que no fuera que huir por dónde habían venido.

La invasión napoleónico comenzó desde la amistad. La amistad de Francia y España auspiciada por el Príncipe de la Paz, el rey de las Naranjas, Godoy, que primero permitió el paso de tropas francesas y su asentamiento en territorio nacional, después pagó y cedió material militar a ésas mismas tropas y para rematar la faena puso al soberanía nacional, encarnada en aquel entonces en la Familia Real, bajo la custodia del Imperio del Temible Corso. Entregó España en bandeja al invasor, y sólo el pueblo, ése conjunto de analfabetos y sucios que a nadie importaba se lo hizo pagar con creces.

La historia está ahí, y deberíamos aprender de ella. Convertir las vivencias en experiencias, y aprender de ellas. Dejar la puerta de casa abierta y permitir que los intrusos entren y se asienten nos lleva, inequívocamente a que con el transcurso del tiempo los invasores se sientan dueños y señores de la casa, y poco a poco, y mediante la amenaza de la fuerza impongan su ley.

Sólo han pasado 172 años, que en la Historia significa anteayer, pero hemos olvidado muy pronto a la Guerra de Independencia. Aunque por suerte para todos, el pueblo español, seguirá demostrando una y otra vez que está a la altura de las circunstancias históricas y muy por encima de aquellos llamados a gobernarles.