Toma de la Audiencia nacional

Un convoy de militares golpistas, al mando del general de brigada Leovigildo Samaniego Herreruelo, se aproxima al Palacio de la Audiencia nacional y lo cerca. Integra el convoy: el Auditor general de la Armada Fernando Remón Rodríguez, doce oficiales (incluído un coronel auditor del Aire), treinta y seis suboficiales y ciento doce soldados de tropa. No más llegan, dos pelotones irrumpen en el Palacio. Uno de ellos inmoviliza al conserje del edificio y a la pareja de la Guardia civil que lo protege, mientras el otro se dirige al despacho del presidente de la Audiencia nacional, con la naturalidad propia de quien conoce el camino.

FDP: De acuerdo con Armada, bien sûr.

Un sargento sale y comunica que todo está en orden. Acto seguido, el Auditor general de la Armada Remón Rodríguez, acompañado del coronel auditor del Aire, otros tres oficiales, cinco suboficiales y veinte soldados de tropa entran en el Palacio de la Audiencia nacional e irrumpen en el salón de audiencias, entonces vacío. El Auditor general de la Armada se sienta en el estrado, y el coronel auditor del Aire a su derecha.

Auditor general de la Armada Fernando Remón Rodríguez:

Sargento Domínguez, vaya a dar aviso al Teniente fiscal López Querétaro de que todo está listo. Vd., cabo, vaya a la primera planta y avise al primer pelotón de que ya pueden traer al Presidente. Vd., el cabo de artillería, haga el favor de traer a los individuos de la Guardia civil a la sala.

[Al coronel auditor del Aire] Creo que esto va a ser sencillo. Las órdenes son que, si no hay incidentes, esto quede a cargo del Teniente fiscal. Habrá que dejarle los tres pelotones para mantener la posición. No sé muy bien por qué han ordenado que tomemos este edificio y no las Salesas Reales, la verdad.

El sargento Botana y cuatro soldados entran en el salón de audiencias escolatando al Presidente de la Audiencia nacional.

Sargento Humberto Botana Gigirey:

[Se cuadra] ¡A las órdenes de Vuecencia! He aquí al Presidente del tribunal.

Auditor general de la Armada Fernando Remón Rodríguez:

Bien, puede sentarse, ilustrísima. En unos minutos, le explicaré la situación.

El Teniente fiscal López Querétaro entra en la sala acompañado por el sargento Domínguez.

¡Ah, el sr. Teniente fiscal! Tenga la bondad de sentarse aquí conmigo en el estrado. La superioridad le envía saludos.

Mientras tanto, los diversos pelotones que habían entrado en el Palacio de la Audiencia se dividen en grupos más pequeños que entran en los despachos de jueces y fiscales los detienen y los van llevando al salón de audiencias, que va llenándose poco a poco.

Auditor general de la Armada Fernando Remón Rodríguez:

Buenos días, señorías. Soy el Auditor general de la Armada Fernando Remón Rodríguez, y voy a explicarles lo que está ocurriendo. Quizá ya sepan que la pasada noche un grupo de leales a España nos hemos levantado contra los corruptos políticos y su Gobierno, y hemos decidido constituir un nuevo gobierno y un nuevo régimen afecto a los sagrados Principios del Movimiento Nacional. Como parte de esta operación, se ha ocupado el Palacio de las Cortes y las sedes de varios parlamentos autonómicos. Así mismo, se ha tomado este Palacio de Justicia en vistas a emplearlo durante los próximos días en tareas de depuración nacional. El General de brigado Samaniego Herreruelo se encuentra a las puertas comandando esta posición y a la espera de órdenes de la superioridad. Como ven, todo está en orden Solicito de VV. SSª la más estrecha colaboración. Como pueden comprobar, el Teniente fiscal López Querétaro [éste asiente con satisfacción] es ahora la autoridad judicial en este edificio, y quedará al cargo de la situación mientras yo y el General de brigada Samaniego salgamos a completar la operación.

El Auditor general de la Armada Remón Rodríguez se levanta y sale de la sala junto al coronel auditor del Aire. El Teniente fiscal toma asiento en la silla presidencial.

Teniente fiscal Jaime López Querétaro:

Señorías, calma, señorías. Esto es un golpe de mano por el bien de nuestra amada España. En menos de lo que se reza un credo se encontrarán Vds. administrando la Justicia de Dios Nuestro Señor en nombre del nuevo Jefe del Estado, el Teniente general Armada. Les ruego que vayan jurando lealtad al nuevo Jefe del Estado y a los Principios del Movimiento Nacional. Sé que algunos ya tomaron este juramento en el pasado, por lo que bastará simplemente conque renueven sus votos.

Los militares que han tomado la Audiencia nacional no están al tanto de la rendición de Armada.

Bando del General de Brigada Leovigildo Samaniego Herreruelo, al mando de la Audiencia nacional:

Ave María purísima.

Desde los tiempos más antiguos, la Península ibérica ha estado habitada por gentes orgullosas, nobles y generosas, que han sido el cerne de lo que hoy día es el pueblo español. Han sido muchos los avatares históricos, las batallas, las conquistas, las traiciones, y los asesinatos que nos han llevado hasta aquí. España es fruto de la herencia de la Roma y la Grecia clásicas, además, y podemos con orgullo decirnos europeos de pro, por ser herederos privilegiados de esta tradición. También la Religión católica ha florecido en nuestro país. No sin motivo nos han llamado la "reserva espiritual de Occidente".

España es Una, es Grande y es Libre. Esa es la España por la que la Nación se alzó el 18 de julio de 1936 y por la luchamos durante más de dos años y medio. Luchamos por una España unida tras el Caudillo, que renunciara a toda expectativa o interés individual en pro de la empresa colectiva que toda Nación es. Luchamos por una España que perseverara en la senda del Imperio hacia Dios. Luchamos por una España liberada para siempre de toda injerencia judeomasónica proveniente del extranjero corrompido y neoliberal. Luchamos porque familia, trabajo y municipio, los tres órdenes en que el individuo se inserta de forma natural, fueran así mismo los cauces de la representación nacional. Consagramos este sueño en los Principios del Movimiento Nacional en el año de gracia de 1958, principios inaletrables e indelebles del modo de ser específico de los españoles. Pues, recordando las palabras de José Antonio, España es una unidad de destino en lo universal, una comunidad de gente forjada por los designios de la Historia para llevar a cabo las misiones que el Altísimo nos tiene reservadas.

En este estado de cosas, el 20 de noviembre de 1975, en el aniversario del martirologio de José Antonio Primo de Rivera, muere Francisco Franco, caudillo de España por la Gracia de Dios. Su Alteza Real el Príncipe de España le sucede en la Jefatura del Estado a título de Rey, luego de haber jurado los Principios del Movimiento Nacional ante una solemne representación de la Nación reunida en Cortes. El Generalísimo había puesto sus designios en este joven de sangre real para continuar la misión de España hacia la eternidad, en la espera de que un hombre en la flor de la vida, lleno de ideas y energía, sería capaz de completar la tarea comenzada en el 36. La Nación española puso sus esperanzas, sus necesidades más anheladas en las manos de este nuevo Rey, que reunía en torno a sí las viejas tradiciones del trono y la monarquía de España, y la condición de caudillo legítimo de los españoles.

Y sin embargo, él fue el primero en traicionar su juramento y vocación, llamando al miserable Adolfo Suárez a gobernar, luego sancionando la Ley para la reforma política, que tornaba España en un estado neoliberal deshumanizado. Y, no siendo ello bastante, se dictó una constitución que no más ha traído disputas, enfrentamientos y crisis. Tenemos un ejemplo muy reciente en el malhadado ingreso a las Comunidades europeas, que Dios maldiga. La legalización de los partidos políticos, y muy especialmente de los comunistas, sólo ha servido a facilitar la entrada de elementos judeomasónicos en todos los escalones de nuestra Administración.

Ante este estado de cosas, la institución militar, pilar y garante del recto devenir de la sociedad, ha tenido que dar un paso al frente y restablecer el Alzamiento nacional. Bajo la égida del Teniente general Armada, hemos resuelto tomar el poder político, depurar a la patria de los que la traicionaron y la vendieron a los mercaderes y traer el orden y el progreso a los harapientos hogares españoles. No puede culparse a hombre alguno de tomar esta resolución, pues la nuestra es una causa justísima y honesta; pero aun cuando esto así no se vea, debe observarse que sólo nuestro exaltado celo por el bienestar de la Nación nos llevó a tomar esta determinación sagrada, y no ningún otro fin ilegítimo.

Y sin embargo, fallamos. Es de honestidad reconocerlo cuando así ha sido. El maldito gobierno de Fabián de la Torre ha prevalecido y nosotros debemos retirarnos y admitir la derrota con honor. Sin duda nos esperan consejos de guerra a todos, pero también estoy cierto de que ningún militar honorable podrá condenarnos por hacer lo que la Nación pedía a gritos.

Yo, en mi humildad, he conseguido mantener la posición que se me había asignado sin incidentes, pero fracasado el Alzamiento, debo deponer las armas. Pero todo buen general debe preocurparse por los hombres a su mando. Y así lo hago. Ninguno de ellos ha actuado fuera de mis órdenes, y yo soy el único responsable de sus acciones.

España y la Historia sabrán juzgarme. Que el Altísimo se apiade de mi alma.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, amén.

Samaniego Herreruelo

FDP: Que asco, mis obligaciones arbitrales me han impedido seguir el golpe...

DDP: Los jueces celebran su liberación. Mientras tanto los dirigentes del Poder Judicial, los miembros del Tribunal Supremo, han permanecido a salvo tras ver como nadie fijó su atención en el Convento de las Salesas Reales. El Poder Judicial ha sido por tanto el único en el que sus dirigentes no han sido detenidos ni sustituidos de emergencia por otros magistrados de menor rango.

Ante el frío nocturno, los militares golpistas, que aún no han recibido órdenes del Gobierno y permanecen frente al Palacio de la Audiencia nacional, se refugian en sus vehículos militares para no pasar la noche a la intemperie. El General de brigada Samaniego fija guardias horarias durante toda la noche, por si llegara algún emisario de la superioridad.

FDP: Es ciertamente una pena, porque hubiéramos podido tener un juevo bonito en este hilo. Para la próxima... XD.