Moción de Condena y Rechazo a los ataques sufridos por el Partido Socialista Obrero Español en sus sedes (GPS)

César Alarcón
Portavoz del GP Socialista

Señor Presidente,
Señorías,

La pasada madrugada fue una noche lamentable que, desgraciadamente, pasará a la Historia en la política de nuestro país. Y no lo digo porque el ataque fuera discriminatoriamente contra mi Partido, el Partido Socialista, pues mis palabras de rechazo y de condena hubieran sido igual de contundentes si el ataque hubiera caído sobre el Partido Liberal Demócrata, el Comunista, e incluso, el Falangista.

Fue una madrugada de horror, de terror y de odio. Un odio que se ha configurado en un clima de tensión y de crispación y que ha nisurgido por el malestar que existe entre el Gobierno socialista y el resto de la Oposición. Esta, señorías, no es la imagen que debemos dar a la ciudadanía, que tan afectivamente quiere participar en política. Y, por desgracia, ha surgido por la intransigencia de unos, y la palabrería de otros. No criminalizaré a nadie. Aprovechando este hilo quiero responder al Líder de la Oposición pues profirió una serie de exigencias que no creo que le correspondan dada la irresponsabilidad política con la que actuó a mi parecer, pero quiero comunicarle que, si en algún momento ha podido entender que de entre mis palabras buscaba su culpabilidad directa y total sobre los ataques, debo pedirle perdón.

El mensaje que he querido transmitir lo sigo manteniendo. Si el Líder de la Oposición, perdiendo toda capacidad moral y política de exigir nada después del suma y sigue de sus despropósitos e intentonas de volver a Moncloa, y su Partido, el PLD, no hubieran alentado a la rebeldía en caso de prohibirse la manifestación constitucional, quizás esto no hubiera sucedido. Y lo digo con portada de periódico en mano, pues esta es la información que el periódico más leído en España lanzó en portada el pasado día.

Señor De la Torre, sigo creyendo que existió irresponsabilidad en sus acometidos, pero sin embargo el actual contexto nos llama a la unidad política, del mismo modo que los demócratas nos unimos contra la lacra terrorista, debemos de hacerlo contra la tiranía, la imposición de ideología y la violencia política para conseguir objetivos. Por esa unidad que yo aquí reclamo hoy, insto a guardar un tono de concordia y serenidad entre las distinas formaciones políticas, pero con más énfasis, entre el Partido Socialista, soporte del Gobierno, y el principal partido de la Oposición, el PLD.

El Partido Socialista no buscará criminales, ni culpables políticos. Lo que ahora buscamos es la unidad política y el clima de concordia que durante meses hemos podido mantener en España. Finalizo mi intervención sabiendo que, probablemente, el señor De la Torre me acusará de varios asuntos políticos y de responsabilidades. Hágalo. Está en todo su derecho a hacerlo. No le replicaré y asumiré todas sus palabras, porque lo que yo ahora busco ya he dicho que no será remover el pasado y alentar, más aún, a los exacerbados terroristas callejeros.

Nada más y muchas gracias.

(Aplausos de la bancada socialista que recibe en pie a César Alarcón)

Francisco Cháves, Vicepresidente Primero del Congreso de los Diputados:

Gracias señor Alarcón. A continuación tienen la palabra los portavoces del resto de grupos parlamentarios. Disponen de 48 horas.

Fabián de la Torre
Líder de la Oposición

Gracias, señor Presidente.

Señorías, señores Diputados socialistas, señor Alarcón. Antes de comenzar. Usted dijo ayer ante los españoles que "el Partido Socialista no puede continuar su labor política mientras este señor (refiriéndose a mí, con mi nombre y mis apellidos) incita a la violencia". Efectivamente, aquí todos entendemos que usted me inculpó de forma directa de los atentados contra las sedes socialistas. Hoy se ha disculpado y yo acepto y agradezco esas disculpas. Fin de la cuestión.


Señorías, como hemos reiterado innumerables veces en las últimas horas, el Partido Liberal Demócrata condena con toda su energía los hechos sobre los que debatimos y da su más sincero apoyo al Partido Socialista, así como a Izquierda Republicana y cualquier otro partido demócrata, esté sentado en esta Cámara o no, que haya sufrido lo que en las horas más aciagas de los últimos meses ha ocurrido.

España ha optado, con el trabajo de muchísima gente, por vivir en una democracia parlamentaria. En la democracia la violencia no tiene cabida, y mucho menos la violencia que pretende sustituir el debate y la confrontación argumental. En democracia los violentos no tienen cabida y deben ser perseguidos y condenados por ejercer la coacción ilegal e intentar implantar el miedo en las instituciones. Este Gobierno, como cualquier otro Gobierno, contará siempre con el apoyo del PLD para lograr esto.

La inmensa mayoría de los aquí presentes lo estamos porque creemos en la democracia de las Instituciones para dirimir las diferencias políticas. Creemos en la democracia como sistema para representar la soberanía nacional. Creemos en la democracia como vía para ejercitar la voluntad de aquellos a los que gobernamos. Yo, Señorías, creo absoluta y ciegamente en la democracia.

(Breves aplausos del PLD)

Señor Alarcón, hoy usted se ha empeñado aquí en defender que si no hubiera sido por mí, nada de esto hubiera ocurrido. Que si no hubiera sido por mis decisiones, mis palabras y mis supuestas intenciones, España no se encontraría en su peor momento político desde que alumbró la democracia. Señor Alarcón, yo asumo parte de la responsabilidad, pero en modo alguno completa. Hago autocrítica y reconozco que el PLD, con mi liderazgo, ha cometido errores. Reconozco que no debimos ejercer la presión que ejercimos. Reconozco que llevamos la confrontación política a un punto demasiado alto y que eso entrañaba unos riesgos que no supimos ver. Y pido a los ciudadanos mis disculpas por ello.

(Silencio sepulcral entre las filas del PLD mientras el orador hace una pausa)

Señorías, señor Alarcón, ni de lejos somos los únicos culpables. Usted no puede subir a esta Tribuna y no reconocer que si el Gobierno de España, en minoría en esta Cámara -les recuerdo-, no hubiera tomado las decisiones que tomó, no hubiera actuado como actuó y no hubiera provocado como provocó a toda la Oposición, esto no hubiera sucedido. Señor Alarcón, el Gobierno y el PSOE son tan, o más, culpables que el PLD de la situación de tensión. Lo son, Señoría, lo son y absolutamente nadie lo ignora. De modo que sea usted consecuente con lo que acaba de decir aquí y reconózcalo.

Señorías, no pienso malgastar un minuto más afirmando culpabilidades y comparando responsabilidades. Los españoles tienen sobrada consciencia de los hechos y dirimirán cuando sea oportuno. Pero sí voy a ofrecer el planteamiento del partido mayoritario de la Oposición para el futuro más inmediato.

Señoras y señores Diputados, los pasos que debemos dar a continuación deben ser interpretados inequívocamente como la demostración de que la democracia española es irreversible. Debemos dar a entender a todos y cada uno de esos violentos que intentan sabotear el logro colectivo constitucional que no hay marcha atrás. No hay posibilidad de regresar a un tiempo felizmente pasado. El camino es hacia delante, con responsabilidad, con concordia y con libertad. Sobre todo, con libertad.

No importa a lo que tengamos que renunciar. No importan las circunstancias. No importa el tiempo que tardemos esta tarde la señora Torres yo en ponernos de acuerdo. No importa quiénes tengan que quedarse en el camino. Nada, absolutamente nada, importa más que asegurar que el régimen constitucional que hemos construido entre todos no caiga. Si no lo conseguimos, será el fin; será la humillante derrota de toda una Nación frente a un minoritario reducto de tristes nostálgicos y criminales terroristas.

(Nuevo silencio.)

Pero si lo logramos, y no me cabe duda de que lo haremos, habremos vencido. Habremos vencido todos y cada uno de los 350 Diputados aquí reunidos, ciudadanos al fin y al cabo, y de los otros 39 millones que nos observan tras esas puertas.

Señorías, hoy no es momento de enfrentarnos como hacen los demócratas sino de unir nuestras voces contra los que no lo son. Ha fallado usted en su vaticinio, señor Alarcón. En su vaticinio final, pero en general en toda su intervención. Era de esperar que, habida cuenta de lo que han sufrido en sus carnes, subiera aquí a decir algo similar a lo que he dicho yo. No lo ha hecho, sino que se ha limitado a remarcar la responsabilidad de la Oposición y de un servidor en lo sucedido.

Le invito a que suba de nuevo aquí y diga lo que los ciudadanos quieren oír, que no es la inaudita campaña contra mi persona, sino el infranqueable compromiso del PSOE con el sistema democrático y con la convivencia pacífica. Yo no pongo en duda que tienen ese compromiso, como ustedes hacen conmigo. Sé perfectamente que lo tienen.

Pero es que a veces, entre tantas otras cosas mucho menos importantes y más discutibles, es les olvida mencionarlo.

Nada más y muchas gracias.

(El GPLD, en pie, estalla en una cerrada y prolongada ovación)

César Alarcón
Portavoz del GP Socialista

Señor Presidente,
Señor De la Torre,

Brevemente le responderé. Tenía toda la seguridad de que usted dirá cosas que de mi boca no han salido. Tal como he reflejado en mi intervención he hecho alusión constante tanto al PLD como al Gobierno socialista acerca de los acontecimientos ocurridos aquella madrugada, y del mismo modo que he hablado de la intransigencia de unos, y la palabraría de otros, sin citar a nadie, por no hablar de que yo me referí a su irresponsabilidad como el quizás del incentivo de los hechos, y no la causa directa. Por tanto, señor De la Torre, le ruego que no haga propias de mi boca palabras que no han salido de ellas.

Respecto al resto de su intervención no tengo más que añadir ya que comparto todo lo demás.

Gracias.

Señor Vicepresidente… Señorías y señor Alarcón:

En circunstancias que nada tuvieran que ver con la causa de esta moción y los hechos que la han motivado habría subido a este estrado con en el absoluto convencimiento moral de que debía comentar punto por punto su intervención. Hoy, ese convencimiento moral me obliga a subir aquí y a confesar, ante los representantes del pueblo español, la decepción que he sentido al oír una defensa contradictoria y que poco tiene que ver con el texto de la moción.

Hoy, señorías, no estamos aquí para aprobar una Ley que posibilite la realización personal de aquellos a los que representamos. En lo cotidiano, distinguidos compañeros, cuando un potente temblor remueve el suelo y todo lo que se halla sobre él… cuando el caso de un barco sufre tal daño que parece que se hunde… cuando eso sucede, la reacción natural es abandonar ese lugar o ese barco. Contrariamente a ello, pues, cuando han temblado los cimientos de esta institución, nosotros hemos acudido a este Congreso de los Diputados… Y no es casualidad, señorías, que cuando han temblado los cimientos de nuestra jovencísima democracia hayamos venido a refugiarnos aquí. El hecho de que nos hallemos en tan ilustrísima sala es, ya de por sí, una evidencia que traspasa los muros de este edificio. Que mientras unos intervengamos, los demás atiendan es una prueba indudable de que nuestra democracia (que es nuestra, pero sobretodo de quienes no pueden estar aquí y desde hace décadas han soñado y nos han enseñado a soñar con ella) no se quiebra.

Hemos sufrido, es cierto, hechos inadmisibles en una democracia auténtica. Por unos días, no podemos engañar a los ciudadanos porque lo saben, la calidad de nuestra democracia se ha puesto a la cola de los sistemas democráticos. Un sistema, señorías, es demasiado extenso como para poder fallar a causa de una sola persona: es una evidencia. Así pues, lo ocurrido no puede achacársele al señor De la Torre en exclusiva, como no puede achacársele a la señora Torres únicamente y como no puede responsabilizarse a ninguno de ustedes sin que un servidor deba reconocer que también ha tenido parte de culpa. Cuando esto ocurre, señorías, los partidos dejan de existir y lo único que deben ver los violentos es a 350 demócratas que con firmeza y sin titubear actúan con la absoluta convicción de que nadie nos podrá arrebatar el bien más preciado del que España ha dispuesto jamás. Por primera vez en la Historia, señorías, el destino de este país lo rigen sus ciudadanos.

Como digo, hemos sufrido acciones impropias de una democracia. Y es lógico, señorías: por mucho que la mayoría de los ciudadanos de un estado estén de acuerdo con él, es imposible asentar un sistema en apenas unos meses… estamos ante un proyecto faraónico que llevará tiempo, pero por fortuna tenemos aliados fuera de nuestras fronteras a los que no podemos defraudar y, sobretodo, tenemos unos ciudadanos a los que no debemos decepcionar. Señorías, representamos a un país… representamos a aproximadamente 37 millones de personas que han confiado en nosotros para poder vivir mejor. Y señorías, perdónenme que lo diga, pero debo sacar al ciudadano que tengo dentro y decirles que ya basta: ya basta, señorías, de pedir dimisiones de un lado para el otro…

En el preámbulo de la moción se señalan los “numerosos costes” que para el Partido Socialista tuvieron esos salvajes ataques. No obstante, y seguro que los ponentes y el resto de ustedes coinciden conmigo, los costes económicos es lo de menos cuando lo atacado es, directamente, nuestra democracia, nuestra Constitución. Hoy, señorías, es momento para que los 350 Diputados de este hemiciclo subiéramos al mismo tiempo a este estrado y condenáramos al unísono unas acciones que son lo contrario a lo que los españoles desean. En esta hora, señorías, permítanme compañeros del Grupo Parlamentario Socialista que les asegure que no están solos en absoluto. En esta hora, cuando gracias a la unión contra el vandalismo nuestra democracia resurge con mayor fuerza, permítanme, distinguidos compañeros, mirarles a los ojos y asegurarles que me llena de orgullo compartir esta responsabilidad con ustedes… permítanme, también, que mencione la honra que para mí representa el trabajo realizado hasta el momento por esta Cámara… y permítanme, en voz de aquellos vándalos, asegurarles que debemos continuar por el camino tomado con la aprobación de la Constitución de 1978. Desearía, del mismo modo, que los millones de españoles anduvieran sentados en las butacas superiores y poder mirarles a los ojos para agradecerles, de nuevo, la confianza en nosotros depositada y pedirles disculpas a todos y cada uno de ellos por lo sucedido… y mirándoles a los ojos, les diría, del mismo modo, que ojalá fuéramos tan fuertes como ellos, mas que la Constitución que ellos votaron es también la nuestra y, como para ellos, es la madre, si no de nuestras ideas, sí de nuestros valores. Y, señorías, del mismo modo que no permitiría jamás que nadie dañara a mi madre por actuar correctamente, no puedo permitir que se intente dañar a una Constitución a la que podríamos apodar como la anhelada.

Concluyo, señorías, confirmando con rotundidad, con firmeza y sin flaqueza de ningún tipo que en honor a quienes desde hace siglos han luchado por ella, en honor de quienes perecieron o sufrieron por imaginarla, en honor de quienes nos enseñaron a soñar con ella, en honor de nuestros ciudadanos contemporáneos que la han hecho posible y en honor de las generaciones futuras que merecen vivir con tranquilidad en este país de una vez y para siempre, mi voto afirmativo a nuestra democracia, porque los españoles la merecemos… porque es más potente que cualquier argumento. Servidor, señorías, revalidará su voto en favor de nuestra democracia y de sus instituciones, en especial, señorías, revalidará su voto en favor de esta Cámara y de todos ustedes. La moción de condena cuenta con el apoyo que más fervientemente puede otorgar este Diputado.