Declaración a la señora Carmen Giménez

Señor Díaz, será la primera y última vez que responda de manera pública a este asunto. En primer lugar, le diré que lo lógico en este caso era realizar estas declaraciones de manera privada, mediante llamada, pero como ha decidido hacerlo de este modo le responderé.

Las preguntas que usted formuló entre mi segunda y mi tercera intervención en la noche de ayer no eran de interés general y usted lo sabe. No eran de interés general porque nadie había hablado de trifulca interna, no eran de interés general porque nadie había hablado de ninguna cortina de humo por nada. ¿Qué significa que nadie hablara de tales temas? Significa que es usted el que saca esos temas y por tanto parece que solo son de interés para usted, no para el público general. Señor Díaz, en la noche de ayer se produjo una amenaza a nuestra democracia y todos los demócratas respondimos como debíamos. Usted, señor Díaz, usó ese momento para hacer preguntas que podrían dañar la visión del Gobierno ante los ciudadanos. Es así, señor Díaz.

Dice usted que con esas preguntas se consigue más confianza al Gobierno. Señor Díaz, no me haga reír. Soy ya bastante mayor y llevo en esto de la política bastante tiempo como para saber que cuando se le pregunta a un Gobierno si está usando una cortina de humo en relación a un asunto, eso nunca sirve para aumentar la confianza en ese Gobierno, muy al contrario: crea una visión en los ciudadanos por la cual consideran que el Gobierno es capaz de hacer cosas terribles para tapar otras. Máxime cuando esa pregunta se formula en la primera noche, desde el comienzo de nuestra Transición democrática, en la que se ha intentado dar jaque a la democracia española.

Obviamente, hay preguntas que me incomodan y otras que me molestan. Las de anoche me molestaron porque en ese momento todos esperaban de usted y de los demás periodistas prudencia, y no la tuvo. Debería usted haber realizado preguntas sobre lo que estaba ocurriendo, no sobre lo que su cabeza podría pensar dentro de conspiraciones que nada tienen que ver con la realidad. Su primera pregunta, por ejemplo, era totalmente correcta. No así las dos últimas. Aun así que existan preguntas que puedan incomodarme o molestarme no quiere decir, en modo alguno, que no pueda formulármelas. Es decir, es usted periodista y yo Vicepresidenta y Diputada por el PSOE. Mi misión es trabajar por los españoles desde mis puestos para mejorar su vida. Su misión es preguntarme a mí, y a todos los demás políticos, sobre aquellos asuntos que considera oportunos, no filtrar las preguntas. Le aseguro que, en condiciones normales, también habría respondido a sus dos últimas preguntas. Seguramente de mala gana porque sigue siendo una acusación sumamente grave, pero su labor es preguntar y mi labor, en este sentido, responder. El problema de ayer es que se necesitaba prudencia y usted no la tuvo. Tuvimos mucha suerte de que los militares sublevados no le escucharan realizar sus preguntas, puesto que podría haber dificultado su rendición.

Por último, en cuanto a la entrevista que me solicita, que yo estoy dispuesta para todos los medios de comunicación. Si usted desea realizarme una entrevista, la aceptaré con agrado.