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Timoteo Valcárcel
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Carta pastoral de los obispos catalanes sobre la propiedad y el trabajo Empty Carta pastoral de los obispos catalanes sobre la propiedad y el trabajo

Miér 6 Jul 2011 - 21:48
Carta pastoral de los obispos catalanes sobre la propiedad y el trabajo Cruzlatina

Carta pastoral de los obispos catalanes sobre la propiedad y el trabajo

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:

I.- El trabajo en la Tierra es una obligación del hombre. Dios nos expulsó del Paraíso terrenal y nos mandó ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente. Es por ello que la Iglesia identifica la pereza como pecado capital. A nadie se le puede prohibir trabajar; es más, el trabajo honrado es una de las formas más convenientes de honrar la Gloria divina y de cumplir con el plan de vida ordenado por el Señor. Cualquier consideración sobre la ordenación de la sociedad debe tener en cuenta estos postulados. La mayoría de las sociedades civilizadas, a lo largo de la Historia, han reconocido el valor social del trabajo. Esto debe quedar claro a todo cristiano.

II.- En los últimos años, los españoles nos encontramos en una situación económica que no favorece el cumplimiento de la obligación humana de trabajar. Es por ello que la Iglesia se muestra indulgente con aquellos que no trabajan porque no encuentran empleo ni tienen los medios para trabajar para sí. En ese sentido, en las Asambleas plenarias de la Conferencia episcopal se ha debatido en varias ocasiones disponer una vía especial de obtención de las gracias del Tesoro espiritual de la Iglesia para estas personas. Apoyamos unánimemente que así sea, y así se lo hemos transmitido a nuestros hermanos en el episcopado.

III.- Pero si bien el hombre siente reforzado su ánimo y su temple cuando la Misericordia divina se apiada de él, esto no basta. El hombre no sólo necesita alimento para el espíritu sino también alimento para el cuerpo. La falta de cualquiera de ambos conduce irremisiblemente a la enfermedad. Como es bien sabido, la falta de trabajo supone por lo general una falta de medios dinerarios y en los casos más extremos, hambre. Y el hambre debilita el espíritu y franquea el paso a la tentación. No es por ello de extrañar que los hambrientos se vean tentados de atentar contra Dios y los hombres para saciar sus necesidades. Es sin duda tarea de todos, pero especialmente de los pastores de la Iglesia, enseñar que se peca contra Dios cada vez que se emplea la violencia o la fuerza para saciar el hambre.

IV.- El problema del hambre y su relación con la constitución de la sociedad humana es un problema que ha atenazado a todos los pensadores de todas las épocas. Sin embargo, fruto del pecaminoso pensamiento materialista, en la pasada centuria los problemas humanitarios de esta índole no dejaron de crecer. Por consiguiente, la Santa Sede se vio en la obligación de investigar en la Palabra y en la Tradición cuál era exactamente la voluntad divina con respecto a esto. En 1891 S. S. León XIII dictó la famosa encíclica Rerum novarum, que afrontaba la cuestión de las justas relaciones entre trabajo y capital. Cuarenta años después, Pío XI actualizó y amplió estos pronunciamientos por medio de la encíclica Quadragesimo anno; a la que siguió seis a´ños más tarde Divini redemptoris. Juan XXIII dedicó mucho esfuerzo a la justicia social, y por ello dictó Mater et Magistra e inspiró al Concilio vaticano II a proclamar la constitución apostólica Gaudium et spes. Y nuestro Santo Padre Pablo VI dictó la importantísima encíclica Populorum progressio y la carta apostólica Octogesima adveniens. Recomendamos vivamente la lectura del Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, publicado por el Consejo pontificio "Iustitia et Pax", que refunde y recapitula todas estas enseñanzas.

V.- El Magisterio de la Iglesia es, pues, el de un justo equilibrio entre trabajo y capital. Y ello por varias razones. En primer lugar, el propio Padre nos ordena trabajar, como ya se explicó. Pero es que además, todas las sociedades civilizadas de la Tierra han patrocinado la máxima del "neminem laedere". Por más que la situación de uno sea desesperada, no debe atacar a otros para saciarse. ¿Son acaso los prójimos los responsables de nuestra situación? No. Es la caridad, y no la violencia, la que debe mover al hombre a compartir lo que tiene. Es por ello que se debe respetar los derechos patrimoniales de los demás. Tanto más en una sociedad que los protege con firmeza. Pues Cristo nos dijo "Dad a Dios lo que es de Dios y dad al César lo que es del César". O lo que es lo mismo: cumplid con vuestras obligaciones terrenales, que ello no os impedirá salvaros.

VI.- Sin embargo, el respeto hacia el patrimonio debe estar necesariamente complementado por actos de sincera y efectiva solidariedad. Sólo así se restablece el equilibrio que la Justicia social supone. Es pues, función del poder temporal y de los potentados garantizar que no haya deigualdades manifiestas, que se respeta la dignidad esencial del hombre y que nadie se encuentra desamparado. En caso contrario, se peca gravemente por avaricia y por soberbia. En los últimos cien años, los poderes temporales han ido, progresivamente, tomando decisiones favorables sobre todo a las clases obreras. Sin embargo, aun queda una porción muy grande de la humanidad cuyo bienestar temporal no está mínimamente garantizado.

VII.- El Magisterio pontificio ha recalcado, a lo largo de los documentos arriba reseñados, que es misión y derecho de la Iglesia el mediar entre las partes en conflicto para procurar apaciguar los ánimos e intentar conciliar los diversos intereses en juego. Por tanto, todos los ministros del Señor, orgánicamente constituidos, están llamados a ejercer su labor pastoral también intermediando en la vida social. Para ello, disponen de muchas armas: llaman a la trdicional actividad caritativa individual, o coordinan el trabajo de campo de varios, o intervienen en los conflictos abiertos, o interceden para que se satisfagan las necesidades generales de Justicia social. Ningún cristiano debe olvidarse de que este ministerio pastoral está abierto a todos.

VIII.- No podemos obviar que el hecho que motivó esta carta pastoral fue la ocupación por sindicalistas y campesinos de una finca particular en el término municipal de Belpuig; con las consecuencias que todos conocemos. No podemos sino condenar esta ocupación. Y observamos con tristeza como el mal sólo ha engendrado el mal; como el pecado ha llamado al pecado y sólo el demonio se ha lucrado con estos sucesos. Estamos seguros de que el Reino de los Cielos llora amargamente todo lo ocurrido, y está hoy cerrado para muchos más que ayer. Es por ello que hemos resuelto celebrar actos de culto en todas nuestras catedrales por reconciliación de estas almas que ahora están separadas de Dios y de su Iglesia.

IX.- Por último, llamamos a la caridad cristiana. Llamamos a todos aquellos que tienen capitales en su poder a que los empleen de modo tal que satisfagan las necesidades de trabajo y de subsistencia personal de sus prójimos. Invocamos al Espíritu Santo y a José, padre terrenal de Nuestro Señor y humilde carpintero, para que inspiren a todos los hombres sobre cómo mejor realizar su cometido social en la Tierra.

+ Nos, arzobispo de Tarragona, y arzobispo de Barcelona
+ Nos, obispo de Gerona; obispo de Lérida, obispo de Vich; obispo de Tortosa; obispo de Urgel, y obispo de Solsona


Trasládese a las parroquias y a la prensa para su publicación
Andres Zapatero
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Jue 7 Jul 2011 - 4:24
el trabajo en su forma actual es la explotacion capitalista y el saqueo a quien produce las riquezas
Delfín Otero de Pedralles
Delfín Otero de Pedralles
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Jue 7 Jul 2011 - 4:48
Andres Zapatero escribió:el trabajo en su forma actual es la explotacion capitalista y el saqueo a quien produce las riquezas
Desde la COPE llaman por teléfono a Andrés Zapatero:

¿Quiso decir usted con esas palabras que el ataque físico a la propiedad está justificado?
Andres Zapatero
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Jue 7 Jul 2011 - 19:28
Andres Zapatero responde a COPE
Solo digo que la forma actual de trabajo capitalista explota a quienes producen la riqueza y cra mucha injusticia social. No busque cambiar mis palabras.
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